martes, 31 de marzo de 2015

Madrid tiene calles

Mello en Madrid no es tan emocionante como Mello en Japón, lo sé. Pero eso no es impedimento para que recoja por aquí lo que voy haciendo en la ciudad. Así cualquiera pueda enterarse de si he atacado a alguien o me he enfrentado con carpas gigantes.

Este fin de semana me he dedicado a dar vueltas aleatorias y a recoger huevos. Cortesía esto último de Regargojana.

Todo empezó el sábado, día en que decidimos ir a ver unos puestos de una plaza perdida. Nos sirvió para disfrutar de un 2x1 en galletas artesanales. Ñam.

El caso es que por la zona vi este bonito edificio.

Tiene una cara. Eso es un plus.

A mí me gustan los edificios modernistas, así que me acerqué a hacer alguna foto más.

Foto aleatoria del edificio en cuestión.

Quería ver si pertenecía a alguien, para reclamarlo y esas cosas. Pero el letrero estaba oxidado, borroso y me obligaba a acercarme mucho para verlo. Lo hice, con toda mi inocencia. Y entonces me enteré de la dramática verdad. Era la sede de la SGAE. Fue duro. Eso sí, sigo pensando en reclamarlo, eso que no se dude.

Para superar el disgusto estuve viendo tiendecitas de la zona.

Tienda de pianos que tenía miles de cajas de música.
Todo se movía, tenía música y robaba el alma.
Pastelería con chocolate y cosas adorables.

Pasaron las horas, así sin darnos cuenta. Y yo llevaba en la mano para entonces un difusor de té y un libro de gramática. En qué me está convirtiendo esta ciudad, yo antes no era así.

La noche vino a visitarnos y nosotros hicimos lo propio con una antigua galería comercial que ahora servía de museo improvisado, muy moderno, muy abstracto, muy profundo. Y gratis, que era lo principal. Nada destacable si no te gustan esas moderneces. O igual sí, no sé. A mí no me van esas cosas.

Y llegó el domingo, día en que Regargojana pasaba unas horas en Madrid. Con ella llegaron los famosos huevos de chocolate que mi merluzo se ganó con su ayuda como corrector de textos en inglés sobre trepanaciones.

El plan del día era visitar el MUSEO ARQUEOLÓGICO. En mayúsculas, porque me apetece. Y porque así lo debe ver Regargojana en su mente, fascinada como estaba con todo lo que allí encontró.

Si ella escribiese esta entrada, seguro que os podría contar cosas serias sobre el tema. Pero ella está muy ocupada estudiando cosas de momias, así que yo os dejo con lo que de verdad interesa de estos lugares.

¡La bicha!
Esta es "La bicha de no sé qué sitio", en palabras de Regargojana. Nos gustó mucho más que su nombre original (Bicha de Balazote). Tiene cara de señor barbudo muy digno y es del siglo VI a.C.

¡Los ascos!
A diferencia de la bicha, conocida de Regargojana desde hace mucho tiempo, esto de los ascos era nuevo para nosotros. Hemos encargado veinte.

Dame de Elche, muy señorial. Muy digna. Muy de Elche.

Regargojana, además de cambiarle el nombre a Dama de Leche (maravillas del autocorrector) nos contó la historia de otra Dama, la de Baza, descubierta por su vecino. Porque ella tiene vecinos que descubren cosas, se hacen famosos y demás. Yo solo tengo vecinos que discuten a gritos o ponen música latina a volumen infernal.

Mosaicos y gente que no se aparta.

Esta foto la pongo para que se vea lo bonito que era todo. Pero lo verdaderamente importante es este otro mosaico de un pulpo bailongo, claro está.

Tiene pinta de ser simpático, no se puede negar.

Esto que voy a decir ahora no tiene nada que ver con la crónica del fin de semana en Madrid. Pero mientras escribo esto, estoy mirando de reojo a mi merluzo con verdadera fascinación.  Tiene abiertas varias ventanas en el PC. En una de ellas está jugando. En otra está viendo un vídeo. De fondo el administrador de archivos y cosas del CV. Ya me avisó de que era multitarea, pero hasta ahora no lo había comprobado personalmente. En fin, sigamos.

Señor bizco.

Si mal no recuerdo, era algo así como "Genio de la agricultura". Podría maximizar la imagen y comprobarlo, pero entonces estaría traicionando mis principios de escribir las cosas tal como me vienen a la cabeza.
En un principio Regargojana dudó sobre si se trataba de un señor o una señora. Yo creo que he visto demasiado ambiguos a lo largo de mi vida como para plantearme este tipo de cuestiones.

Sirva Gackt como ejemplo.

Y se nos hizo tarde, drama absoluto. Porque sucedió cuando estábamos en la sección favorita de Regargojana. Chan, chan... ¡Las momias!
Así que nos echaron y nos dijimos que había que regresar. Es una de esas promesas que es fácil cumplir. Lo hicimos con la de irnos juntas a Japón, no va a ser diferente en esta ocasión.

Y como despedida, dragón y león feliz. Y señor de bombín raruno.


jueves, 19 de marzo de 2015

Pseudocríticas: El gatopardo

Lampedusa murió antes de la publicación del libro, así que nunca sabremos sus verdaderas intenciones. Pero yo me las inventaré, como viene siendo habitual en mi maravillosa persona. Y siguiendo con las buenas costumbres, aquí va la advertencia de siempre: voy a destripar cosas del argumento.

El protagonista de la novela es el príncipe Fabrizio, el cual está enamorado de su sobrino Tancredi, aunque no lo admita. Sí, está casado y encima se va por ahí de ruta turística entre prostíbulos. Pero yo sé la verdad. Y lo sabe cualquiera que se haya leído el libro. Que por cierto, es uno de los libros favoritos de Regargojana. No podía ser de otra manera, puesto que es uno de esos libros en los que no pasa nada (y que ella adora, por algún motivo).

Fabrizio es padre de familia, miembro de la antigua aristocracia y ser humano con extremidades. La aristocracia ve peligrar su posición con el cambio político. Fabrizio sabe que eso es terrible, que su majestuoso linaje saldrá perdiendo y que la burguesía cutre acabará ocupando su lugar. Pero es lo que hay y algunos saben sacarle provecho, como Tancredi. En un principio, Tancredi iba a casarse con una de las hijas de Fabrizio (para estar más cerca de él, claro) pero al final se casa con otra que está más buena (puestos a tener tapaderas, mejor que luzcan) y que lo unirá con la nueva clase emergente y con unos tapires que pasaban por allí.

Y poco más pasa en la novela. El príncipe se lamenta mucho, el príncipe es clasista, el príncipe ama a Tancredi. El príncipe muere (junto a Tancredi, claro) y sus tres hijas se quedan para vestir santos, literalmente.
También acaba muriendo Tancredi. Y el resto de la gente, es lo que tiene que no haya seres inmortales en esta historia.

Así que nada, mucha crítica política, mucho calor veraniego y mucho aparentar. Fin.

Puntuación: Un perro apolillado y 30 reliquias falsas.
Pros: Aunque no pasa nada, es entretenido. Seguro que da para fanart yaoi.
Contras: Fabrizio sufre mucho y entra en modo emo durante varias partes del libro. No pasa nada emocionante. Hace calor.