viernes, 30 de agosto de 2013

Entrada persona sobre el 2013, un rábano y siete pesetas

Soy una de esas personas que piensan que cada año es mejor que el anterior. Mi vida es una constante evolución ascendente, imparable.
¿Cómo puedo tener esa mentalidad cuando he tenido años tan horribles como 2008 y 2012 (este último en menor medida)? Supongo que haciendo un balance de lo sucedido y teniendo en cuenta que si no llega a ser por algunas cosas muy negativas, no habrían pasado otras muy positivas. Por ejemplo, de 2008 saqué a Jan. Y a unos amigos estupendos. De 2012... ehmmm... es algo menos tangible. Pero también me aportó cosas, ya lo creo.

El caso es que, con ese optimismo que me caracteriza, decidí que 2013 iba a ser mi año. ¿Por qué? Pues porque es el que toca. Después mi año será el 2014, el 2015 y así hasta que me muera o me haga inmortal.

Eso sí, 2013 no empezó nada bien. Ruptura de mi relación y abandono de Barcelona y los amigos que allí tenía. Y nueva vida en el exilio, sin nada que me vinculase a ese lugar. Y sin trabajo (aunque eso era algo de lo que me había visto obligada a prescindir por salud, si es que todo lo que tengo de maravillosa lo tengo de cutre en esas cuestiones).

Total, que yo seguía empeñada en que iba a ser mi año. Porque soy así de cabezota. Y no sé si lo será (porque aún quedan unos meses) pero creo que, como de costumbre, puedo decir que todo apunta a que este año será aún mejor que los anteriores.

Y es que si me paro a pensar, en 2013 han pasado muchas cosas interesantes.

-He descubierto que mi binario es un encanto. Ya lo era como pareja, pero ahora lo es también como amigo. ¡Y es uno de los mejores! Me sigue apoyando en todo lo que necesito y nos pasamos el día de charla. Es maravilloso dejar una relación y poder llevarte así de bien con tu ex.

-2013 ha sido también el año en el que he conseguido mi permiso para atropellar gente en coche. Lo cual no está nada mal, teniendo en cuenta que no me apetecía nada aprender a conducir.

-He puesto cara a ciertas personillas del foro. Además de conocer a unas cuantas nuevas. Disfruté de una estupenda quedada en Cádiz, así como de un par de viajes a Málaga, donde conocí a un chaval muy simpático y además pude reencontrarme con una vieja amiga. ¡Y quedar de nuevo con cierta besuga!

-También disfruté de un encuentro whovian. ¡Y de otra quedada en Madrid! Pude ver a viejos amigos, conocer a otros nuevos y encariñarme mucho con un melón que me acogió en su casa.

-Me adelanto en el tiempo y me dejo cosas. 2013 también me ha puesto a personas interesantes en el exilio (muy pocas, pero las hay). A una le tengo un cariño especial, por lo mucho que me ayudó cuando estuve pasando malos momentos. Y porque es, en general, una persona adorable (aunque lo disimule bien) y con un corazón enorme (tamaño hiena gigante, por lo menos). Además está buenorro. Chicas, corred a por él.

-¡He viajado a Japón! Un viaje absolutamente maravilloso. Con tres buenos amigos (mi binario, Regargojana y Flash), qué más se puede pedir. Una oferta estupenda que nos tuvo un par de semanas dando vueltas por distintas ciudades. Si un viaje a Japón ya es estupendo de por sí, imaginad un viaje con buenos amigos. Se sucedieron las risas constantemente, fue genial. Y es que además de las cosas que uno puede recordar por su importancia, tenemos aquellos recuerdos particulares, los que solo se entienden si has estado allí. La aventura del Fuji con Gao, Repipi Armario, el batido que no era batido, el esquivo museo de Osaka, nuestras habilidades con el Okonomiyaki, el ataque en el metro, los viejos cachas, Toookioooo y demás. Si es que solo por ese viaje ya merece la pena 2013.

-Vacaciones en Valencia. Reencuentro con ciertos merluzos y la oportunidad de conocer a otros nuevos. Grandes momentos, sí. Como también lo fueron los previos, en los que tuve una visita que me alegró mucho los días del exilio.

-Y dejo para el final lo más importante. El destino es caprichoso y a veces saca de tu vida a personas a las que adorabas. Y cuando te resignas y crees que nunca vas a volver a verlas, reaparecen. Para quedarse. Y acabas haciendo planes para largarte del país. Así, como quien no quiere la cosa.
Fue curioso que la química que había entre nosotros años ha (nunca manifestada, pero siempre sospechada) no solo siguiese intacta, sino que aumentase hasta vencer esa barrera defensiva que había alzado, ese "no quiero emparejarme otra vez".

Así que este año que empezó de forma muy cutre me ha acabado dejando un montón de experiencias, nuevas amistades y hasta un informático melenudo al que achuchar. Y es que no hay nada como esforzarse para convertir lo negativo en algo positivo. Podría haberme quedado encerrada en casa, sucumbiendo a mis miedos. Y no habría hecho nada de lo que he contado. Pero decidí enfrentarme a los nuevos retos y conquistar la victoria. Y un país pequeñito.

Sé que no soy la única que se ha sentido perdida. Ni soy la única que ha tenido que reconstruir su vida más de una vez. Tampoco soy la única que se ha sentido indecisa antes el futuro. Así que espero que alguien pueda sacar provecho de mis palabras y plantarle cara a las dificultades. 2013 está siendo mi año porque no he parado quieta y he aprovechado todas y cada una de las oportunidades que han surgido, por difícil que me pareciese hacerlo en ese momento. Aprendí a aceptar la situación y conseguí ser feliz conmigo misma, sin necesidad de mantener mi mente ocupada a todas horas para no pensar. Y alcanzado ese estado, lo demás vino solo. O quizás no tanto como solo, pero sí fue infinitamente más sencillo que antes.

Así que puede decir, una vez más, que he ganado. Y algunos de vosotros también vais a ganar. Al no ser tan maravillosos os va a llevar más tiempo, pero el resultado será positivo. ¿Por qué? Porque lo digo yo, básicamente.
Aún os quedan unos meses para convertir 2013 en vuestro año. Hala, todos a ello.

----

El rábano se ha fugado con las siete pesetas y no puedo hablar sobre ello. Está considerado alto secreto. Cosas de hortalizas.

viernes, 23 de agosto de 2013

Promesa

Años de lluvia y sol, de claroscuro y de un tubo aterciopelado machacando hormigas interestelares. Lo típico.
Y en mitad de toda esa espiral de arena muerta y de sal viva, de agua arremolinándose en torno a la roca eterna... la promesa. La misma, pero diferente a la vez.

Podría hablar de cangrejos. O de salamandras con branquias. Como los ajolotes, que según Regargojana son jalapeños. Pero supongo que tengo demasiado sueño para hablar de esas cosas. Así que solo puedo... ehmm... no recuerdo qué iba a poner. Ah, maldad en los blogs y en la inspiración de madera clásica.

En mitad de todo este sueño, recuerdas. Palabras susurradas, miradas que se encuentran en mitad de la noche, con las estrellas presenciándolo todo. Caminábamos, dos almas inocentes, ignorantes de todo lo que nos deparaba el futuro.
Y todo se volvió caos. Y malvavisco. Y creo que hasta teclas. De un teclado, claro.

Pero son cosas que pasan porque tienen que pasar. O porque era la alternativa más sensata. Y aunque no quise mantener una promesa, la mantuve. La de la orden del somormujo. Por lo menos.

La felicidad venía en dosis pequeñas, un sobre de azúcar de esa que no quiere disolverse en lava. Pero esa felicidad se vertió sobre a mesa y me salpicó. Sin avisar, sin advertirme de las consecuencias.

Y es por ello que los ojos se me cierran, párpados pesados. Y es así que los últimos segundos los dedico a ti. A nuestro pasado, a nuestro futuro. A la promesa que nos ha mantenido en la misma senda, sin saberlo. Ah, la vieja leyenda del folio amigable. Eso explica muchas cosas también. Pero mejor que las explique mañana.

viernes, 16 de agosto de 2013

Eh, tú, destino ¬¬

Siempre he dicho que mi vida es curiosa. Es como ir recorriendo un pasillo que no sabes a qué lugar conduce. Y de pronto, al girar un recodo, te topas con una puerta de forma completamente inesperada. Al atravesarla, estás en un lugar completamente diferente al que acabas de dejar. Pero eres consciente de que, en realidad, no has abandonado ningún lugar. Sigues en el mismo sitio, no has hecho más que dar un par de pasos. ¿Tan grande es la diferencia?

Hoy es uno de esos días en los que confirmo que mi vida sigue siendo así. Soy incapaz de predecir dónde estaré el próximo año, porque he aprendido ya que mi vida decide unilateralmente lo que me va a presentar en un futuro. Me cambia las personas que me rodean, las situaciones, las circunstancias. Y lo único que deja como una constante es mi propia persona. ¡Eso cuando mi mente no me traiciona y se va de vacaciones!

Pero lo importante es el ahora. Hago un breve repaso. Mi mente está en su sitio, bajo control. Ok, eso es lo importante. Lo demás es secundario. Pero sigamos mirando. Metas futuras... ahí están, establecidas. Sueños... perfecto, los sueños siguen en su sitio. Chico que me gusta... uh.. eeeeehhh... Pasu shimasu. Nah, está ahí. Creo. ¿Está? ¿Desde cuándo? ¿Por qué nadie me avisó de que iba a volver? ¡O de que pensaba quedarse! O de cualquier cosa.
Mantenemos las distancias, eso sí. Un exceso de precaución que no sé si ayudará a que todo acabe bien o si dinamitará lo que podría ser algo interesante. No me corresponde a mí decidir, de todos modos. ¿O sí? En realidad sí. Siempre tengo que decidir. Oh, no sería yo si no tuviese la última palabra. Y en este caso puedo decidir si esperar o seguir con mi vida. Esta vida que al final decide lo que quiere, pero a la que siempre tengo que intentar mantener bajo control.

Mientras escribo esto, sé que la decisión está tomada. Voy a seguir empeñada en alcanzar lo imposible, en perseguir lo que me gusta y no lo que más me conviene. Yo en estado puro, para qué negarlo.

Pero me siento feliz. Sí, me lanzo a lo desconocido con los brazos abiertos. Y en lugar de asustarme, me siento maravillosamente bien. ¿Por qué? A saber. No son horas de pensar en ello. En realidad, no son horas de nada. ¿Qué hago despierta? ¿Qué hago escribiendo? ¿Por qué nadie me da mil euros? Son esas preguntas que siempre quedan sin respuesta.

Ah, con lo poco que costaba ceñirme a los establecido y decidir en diciembre. Aunque sé lo que sucede. Vaya si lo sé. Lo que ocurre es que yo ya había tomado mi decisión y me acabo de dar cuenta ahora, cuando me surge la oportunidad de tomar un camino distinto al que había seleccionado inicialmente.

¿Qué se hace en estas situaciones? Consultarlo con un manatí. Y eso pienso hacer. Ja.

jueves, 15 de agosto de 2013

Más entradas de Daro

A Jan no le gusta cuando escribo entradas de estas que solo entiendo yo. Y sé que hay más gente como él. Pero no me importa. Es mi blog y escribo lo que me apetece. No escribo para que la gente pueda entenderlo, ni para entretener a nadie. Escribo porque para mí es una necesidad. Y como tal, debe ser satisfecha. Por el bien de mi estabilidad mental y por el equilibrio del universo.

Que se pueda leer públicamente es algo secundario. Que se entienda, es aún menos importante. Que sea repetitivo, monotemático, predecible... es lo que implica este tipo de escritura en la que te vacías en un momento, sin pensar. Mi alma no es tan compleja ni mis preocupaciones tan variadas como para crear una novela con giros dramáticos repletos de emoción. No, mi mente alberga siempre los mismos miedos. No exactamente los mismos, pero sí de la misma naturaleza. La mía. Cuando eres como yo, es imposible que no existan miedos. Porque son producto de una ambición ilimitada. Nadie puede aspirar a hacerse con el control del mundo sin arriesgar en el camino.

Podría añadir, además, que este es el único lugar en el que puedo explorar opciones alternativas. A la hora de la verdad, tomo una decisión, que será más o menos acertada. Y no podré volver atrás. Pero aquí puedo tomar todas las que quiera. Una vez y otra, cambiando pequeños detalles aquí y allá. Puedo disfrazarme de diversas personas, recorrer caminos que todavía no existen. La apariencia siempre es la misma, siempre está la mirada de Daro sobre sus hombros. Pero es todo tan diferente cada vez...

Esta podría ser una de esas ocasiones en las que todo parece repetirse. Pero sé que no es así. Puede ser la diferencia más grande que he podido contemplar. Más que aquella vez en la que un huracán con nombre extraño se lo llevó todo.

Quién sabe. Lo que tengo claro, es que aprendo constantemente de todo esto. Araño la superficie y me dedico a descubrir matices nuevos a cada paso. Es interesante. ¿Divertido? Supongo que es algo que no puede entenderse de ese modo. Es la diversión que acompaña al aprendizaje, tal vez. Aunque eso tampoco sería muy exacto.

Pero hay algo que es cierto. Desde hace tiempo, ella no ha vuelto a hablar con su reflejo. En una de las últimas disputas casi pierden el corazón. Pero al final todo acabó bien, con un atardecer invertido, de esos que sirven de conclusión a historias narradas en voz baja.
Y eso es bueno. Bueno para su felicidad, bueno para su misión. Y quizás hasta para el destino del joven de cabellos de fuego. Demasiado había tenido que vivir en poco tiempo. Y eso siempre conlleva riesgos que es mejor no asumir.

Posiblemente todo se debiese al entendimiento alcanzado entre todas sus siluetas. Desde la más antigua hasta aquella que acababa de ser dibujada en el humo. Y con las cenizas de todas ellas habían dibujado un nuevo porvenir que se transformaba en un interrogante de lo más tentador.

No hay queja alguna. Es algo mucho más dulce de lo esperado. Tanto para ella como para él. Quizás la bestia que dormitaba no se sentía tan satisfecha. Pero ahora mismo no era útil para sus propósitos. No necesitaba el canibalismo cuando estaba tan lejos de otro ser humano.

Podría decirse que había encontrado un cierto remanso de paz, la calma que necesitaba para preparar el último asalto. Y eso le devolví al sonrisa al rostro que había permanecido tanto tiempo oculto al mundo.

Es por ello que Daro había decidido dejar que emprendiese el viaje sin supervisión alguna. Era la ocasión que necesitaba, la posibilidad de demostrarse, a sí misma y a los demás, que todavía era capaz de surcar los aires entre las nubes de aquel volcán que, majestuosamente, se alzaba entre el pasado y el momento actual. Dibujaría un camino nuevo, que se internase directamente en la tierra húmeda, entre las raíces del conocimiento que se fundía con la arena, bajo el sol. Y llegaría así al centro de todo, al orbe que contenía la melodía con la que ella podía crear un nuevo mundo.

Así que esta vez Daro bien merece aparecer en esta entrada. Sin pronunciar palabra alguna, solamente ofreciento sus brazos para descansar. Quizás hasta pudiese permitirse un viejo mordisco. Y es que la rueda había vuelto a girar.

domingo, 4 de agosto de 2013

Picaporte unicelular (y un poco cansado)

La gente es cutre. Esto es así porque yo lo digo, claro está. Y a mí no se me aplica porque no soy gente. Puedo ser muchas cosas, pero gente no. En primer lugar, porque no soy un colectivo. Y el segundo motivo es que yo tengo libertad de decidir lo que soy o dejo de ser. Faltaría más.

El exilio sigue siendo el exilio. Lo cual es una frase muy profunda a la par que obvia. Tiene implicaciones que no se perciben a simple vista. Ni tampoco con un microscopio de 300 aumentos. Se necesita algo más poderoso. El poder del rododendro interdimensional, por lo menos.

El caso es que estoy en una etapa de mi vida en la que no me puedo quejar. Bueno, realmente claro que puedo. Por multitud de cosas, además. Pero no va conmigo, no conjunta con el estado anímico de esta temporada... ehmm... ¿otoño-invierno? Como sea. El mundo de la moda es tan conocido para mí como el mundo del automovilismo. Y este último anda a la par con mis conocimientos sobre nigromancia de moscas tuertas.

Nah, no es cierto. Todos sabemos un mínimo sobre nigromancia. O uno debería saberlo. En el colegio enseñan muchas cosas prescindibles. Y pese a ello no enseñan nada sobre estas artes ocultas y tan antiguas como el mundo plano de la castaña asada.

Total, que estamos en agosto. Quién iba a imaginarlo. Miras hacia un lado, en un acto reflejo, como aquel que ve caer astronautas. Y cuando vuelves la vista de nuevo, hala. Agosto. Con delantal y zapatillas. Y sin certificado médico. Como cada año, vamos.

Este agosto es reflexio y poco apasionante. Bueno, solo llevo cuatro días de agosto, así que igual me estoy precipitando (con borrascas, anticiclones y un señor de verde diciendo "yey"). Pero no veo por qué iba a ser diferente a julio o a junio. Aparte de por lo diferente del nombre, claro está. Las jotas ya no se llevan. Lo cual es una pena, porque hay cosas molonas que empiezan por jota. Como Jancio. Claro que también las hay horribles, como Jerez. Pero es que la jota catalana poco tiene que ver con la castellana. Así que Jancio tiene tanto que ver con junio, julio y jerez como con un cortapizzas gallito.

¿Y con qué tengo que ver yo? Yo soy M. De merluza. De maravillosa. De mutante. De multidisciplinar. También de "¿Me das mil euros?". Y de la mossegada.

También podría ser M de muerte, como en el sueño aquel en el que yo era la parca. O de mastín. Que no tiene nada que ver conmigo, pero bien podría ser una parte importante de mi vida futura. También podría ser de "menuda mierda", pero es una expresión que sonaría muy artificial si fuese articulada por mí. M de "me molas" es más probable que se relacione conmigo, pero sigue sin cuadrar. M de mamut desconocido. Eso sí, ves. Y de mimosaurio. Y de migas contenidas. Y de mil cosas más que solo un melón podría entender.

Claro que, en realidad, mi nuevo nombre es Nicolasito Tremebundo. Pero que nadie se chive. Que NT no tiene el mismo encanto. "No tardes". "Nuevas tumbas". Nah, no lo veo.

Dicho esto, me voy a la cama. A descansar un poco antes del día ajetreado que me espera. Que es lo que debería haber estado haciendo si un mosquito del averno no hubiese decidido despertarme.

En la próxima entrega, "Vida y obra de Hinojoso" completamente gratis.