viernes, 14 de junio de 2013

Que te masacre un pez

-Daro, mis alas son diferentes. Han vuelto a crecer... pero son tan distintas...
-¿Te sorprende?
-No. Era lo que cabía esperar, supongo.
-Cambian contigo. Si quieres las de antes, solo has de volver a ser quien eras.
-Oh, no. No cuentes con ello.
-Entonces no te puedes quejar.
-Y no lo hago. Era una simple observación.
-¿Y qué hay de todo lo demás?
-¿Ellos? Me he cansado. Francamente, es mucho trabajo.
-¿Quieres hacerme creer que tú no eres tú?
-Quiero entiendas que yo no soy inmutable. A veces me apetece ser de una manera y en otras ocasiones, me gusta comportarme de otro modo.
-¿Es una traición a tus ideales?
-¿Ideales? ¿Crees que tengo algún ideal que no esté basado en mi propio beneficio? En cualquier caso, no es traición. La base está ahí. Solo cambia el dibujo que se aprecia a simple vista. Pero una configuración diferente de los mismos materiales no transforman una cosa en otra.
-La esencia es la misma, pero no lo que construyes y muestras al mundo.
-Ordenar conceptos nunca ha sido lo mío.
-A ti lo que te pasa es que estás enamorada.

La chica lo miró atónita. Abrió la boca sin poder articular palabra. Finalmente, recuperó la compostura.

-¿De quién? -acertó a preguntar.
-De mí.
-¿De ti? Eso es tan absurdo como decir que estoy enamorada de mi propia persona.
-¿Y no lo estás?
-No de ese modo.
-¿Y de qué modo me amas a mí?
-Yo no te amo.
-¿Y me quieres?
-Eso siempre.
-Palabras, siempre palabras.
-Ni que acaso importase. Con estas nuevas alas aún no sé cómo se puede volar.
-Y has de volar para sentir.
-Claro. Parece mentira que no lo entiendas aún.

Daro asintió en silencio. Se contemplaron el uno al otro durante unos instantes. Finalmente, esbozó una sonrisa. Una de esas sonrisas sádicas que, al mismo tiempo, siempre habían supuesto su salvación.

-Estás perdiendo el miedo -dijo el chico-. Eso te hace aún más peligrosa.
-Yo no soy peligrosa.
-Ciertamente. Pero la gente teme cosas que no debería temer. Es irracional.
-Irracional. ¿Yo lo soy?
-Tú eres lo que quieres ser en cada momento. Es tu gran virtud.
-Hmmm. Tengo una pregunta que hacerte.
-Adelante.
-¿He cambiado mucho en todo este tiempo?
-¿Tú qué crees? Ya no tienes quince años.
-¿Y por qué me sigues protegiendo con el mismo esmero que antaño? Si he madurado, si he crecido... no tiene sentido que cada vez estés más cerca de mí.
-Claro que lo tiene. Precisamente por todo lo que has mencionado. No voy a dejarte nunca, eso es algo que ambos sabemos. Pero independientemente de mi labor, hay algo que tengo que admitir. Y ese algo es lo que hace que no quiera alejarme.
-¿Y ese algo es...?
-Que cada día que pasa estoy más y más orgulloso de ti.

A la joven se le iluminó la mirada. Sin poder evitarlo, se arrojó a los brazos del chico. Se fundieron en la sombra de humo negro que tanto los caracterizaba y se arrancaron la carne a mordiscos. Y solo cuando la sangre lo hubo bañado todo, ambos pudieron sentirse en paz, completamente entregados el uno al otro. 

No hay comentarios: