domingo, 7 de abril de 2013

Deshielo

Poco a poco se funde el hielo, lentamente, bajo los rayos del sol. El agua corre, cristalina, entre las hojas del helecho que guardaba los sueños.

Quizás era la llegada del buen tiempo. O puede que el calor interno estuviese empezando a funcionar. En cualquier caso, no quería precipitarse.
Su interior era un remolino de emociones. Todas positivas, pero también descontroladas. Saltaba de una sensación a otra, incapaz de quedarse quieta. Todo su ser bullía, lleno de vida. Iba recuperando poco a poco el color. Y la sonrisa.

Pero entonces apareció ella, arrastrándose desde el interior del espejo. Se sacudió el polvo de la ropa y se dirigió a la chica:

-No sabes lo que quieres.
-Claro que lo sé. Lo he sabido siempre.
-¿De veras?
-Sí, pero no me apetece seguir dándome de bruces con la misma pared.
-Has comprendido al fin que no puedes resucitar a los muertos.
-Eso lo he sabido siempre. Aunque nunca es sencillo aceptarlo. A veces aún me traiciona la memoria.
-Y, sin embargo, te levantas.
-¡Por supuesto! Tengo buenos motivos para hacerlo. Y pequeñas ilusiones que van haciendo cada día más sencillo el caminar.
-¿No vas demasiado rápido en esas ilusiones? ¿Vas a seguir corriendo detrás del primer impulso que devuelva la energía a tu cuerpo?
-Eso no es asunto tuyo. No puedo controlar la intensidad de la luz.
-¿La luz?
-No lo entenderías.
-Tú misma.

Desapareció del mismo modo en que había hecho acto de presencia.
Pero no se preocupó, ella estaba feliz con el rumbo que estaba tomando su vida. Había decidido caminar a solas, depreocupada. Y en mitad de aquella aventura se había topado con el sol.
En ocasiones no estaba segura de la procedencia de sus rayos. Una vez creyó que el calor provenía de una fuente cercana, pero al final descubrió que no era así. Después había creído recuperarlo de un tiempo pasado. Ahora, empezaba a pensar que estaba descubriendo un nuevo origen para esa luz que iluminaba su alma. Todavía era demasiado pronto, no quería precipitarse. Se estaba adentrando en un camino tentador, pero desconocido. Poco a poco.

Por supuesto, no podía hacer afirmaciones tajantes. Ni tampoco negar con determinación. El deshielo era un hecho, pero no era uniforme. Ni constante. Todavía tenía que esperar un poco más.

Afortunadamente, no estaba preocupada. No tenía prisa. Nada de prisa. Se sentía bien disfrutando del calor, aunque no pudiese averiguar de dónde procedía exactamente. Algún día tendría la respuesta, estaba segura.


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