domingo, 24 de marzo de 2013

Lechuga diagonal

Era uno de esos días en los que la lluvia no cae y tampoco lo hacen los cadáveres. Uno de esos días en los que nadie habla de política caribeña en las saunas ni los diplodocus llevan zapatos de tacón.

Nunca un híbrido de palmera y buzón de sugerencias había conseguido llegar tan alto. Ocupaba el mando de una empresa de terribles cosas que nadie osará pronunciar. No tan terrible como la informática, pero casi.

Para celebrarlo, nuestro híbrido invocó al espíritu de una lechuga diagonal, que viene a ser como las lechugas normales pero en versión molona. No sé cómo una lechuga puede molar (yo las erradicaría, junto a muchas otras cosas semejantes), pero por algún motivo, era una invocación con mucha tradición y solera en este remoto lugar de Australia.

La lechuga hizo su aparición, en forma de taco perfectamente cúbico. Contempló la situación con sus inexistentes ojos y estalló en mil pedazos. Hoy no le apetecía conceder deseos a nadie.

Y así acabó la historia, con una ensalada improvisada, un elefante patinando por la avenida y siete comensales tuertos tomando nota de la situación.

Fin.


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