sábado, 28 de diciembre de 2013

Descongelado

Esa vieja sensación. Tan antigua como el mundo. Al menos, tanto como su mundo.
El chico contempló sus manos. No estaban manchadas de sangre. No había herida de la que pudiese manar. Pero había sentido el dolor agudo, penetrante. Quizás era su interior lo que estaba roto.
Su corazón latía como de costumbre, pero notaba que algo había golpeado inesperadamente el lugar en el que se alojaba. Se sentía como el pájaro que no entiende el motivo por el que su jaula es zarandeada sin motivo.

Aunque había un motivo. El miedo.
No estaba acostumbrado a lidiar con él. Siempre había sido un rumor, algo de lo que los demás hablaban. Casi un mito.
Pero ahora lo experimentaba de primera mano. Y en cierto modo, se sentía feliz. Herido, pero feliz. Siempre se sentía así cuando experimentaba sensaciones que hasta entonces habían estado fuera de su alcance. Se sentía... humano.

Volvió a mirar sus manos. Ahora empezaban a enrojecerse ligeramente, la sangre asomando perezosamente al exterior, como si hubiese olvidado que era su obligación asomar entre las heridas.
Sonrió.

No podía negar que su propia entereza lo sorprendiese. Se sabía fuerte, pero hasta que uno no es golpeado por sus propios límites, no sabe realmente hasta qué punto puede resistir. Imaginaba que era bueno todo este cúmulo de nuevas sensaciones, de aprendizaje sobre el funcionamiento de su propio ser.

La sangre corría ahora libre, purificándolo todo a su paso. Y él era feliz, envuelto en ese confortable dolor. Podía caminar entre su nuevo miedo sin mayor problema. A otras personas el miedo las detiene, congeladas en el tiempo. Pero no a él. Él cada vez estaba más vivo.



viernes, 20 de diciembre de 2013

Ecos de jabón

Los ecos de jabón son diferentes de los ecos de ondas alquitranadas. Eso lo sabe todo el mundo. Todo el mundo que merece estar vivo.
Lo que pocos saben es que los ecos de jabón se contaminan si rebotan demasiado. Se convierten en personajes históricos de tipo tres.

Hubo un tiempo en que no me importaba. El simple hecho de que el sonido regresase a mí era divertido. Pero al final te acabas dando cuenta de que esa pequeña distorsión, inapreciable, estropea el resultado. Imagino que por eso dejé de gritar ante cada caverna.

Actualmente, poca gente consigue verdaderos ecos de jabón. Yo guardo silencio sobre los trucos que facilitan la labor. No hay que poner las cosas fáciles. No cuando cualquiera, con poner un poco de empeño, puede hacerlo.


Mil años ha, existía un detallado manual que explicaba todo el proceso. Sabios de todas las disciplinas colaboraron en su redacción. Y cada año se añadían nuevas anotaciones que convertían la técnica en algo verdaderamente sencillo.
La gente asumió que ese conocimiento iba a estar para siempre disponible y cada vez se esforzaba menos. Se llegó a sugerir que un grupo de voluntarios realizase lecturas en voz alta para que el pueblo no tuviese que leer por sí mismo. De haberse llegado a hacer, no habrían faltado los que hubiesen solicitado que dichas lecturas se hiciesen en sus propios hogares. El frío invierno, ya se sabe. No es bueno salir de casa.

Creo que el propio eco se sintió herido (si es que algo así puede suceder). Como desprovisto de valor. Quizás por eso se ocultó a ojos de todos y se convirtió en un recuerdo del esplendor de antaño.

No desapareció, claro está. De ser así, no habría podido mostrarlos al mundo en tantas ocasiones. Pero sí se volvió huraño, esquivo.
Me siento afortunada por haber dado con él de aquella manera tan tonta, casi azarosa. Y de haberlo conservado a mi lado.
A veces me pregunto si debería hacer como aquellos sabios que intentaron convertir este don en algo universal. Pero entonces soy consciente de que yo no tengo esa alma entregada ni tampoco soy uno de esos sabios. Así que sacudo levemente la cabeza, espantando las ideas altruistas que nunca llegan a clavar sus raíces en la tierra.

Desaparece el tiempo y se funde el universo. Comienza el cántico.

martes, 3 de diciembre de 2013

El plan de cobre

-Debería haber avisado de que iba a llegar tarde, señor Reviruncho.
-Oh, disculpe. Ya sabe cómo son estas cosas. Lluvias inesperadas de suegras orondas y de abogados tiesos.
-Entiendo. Pensaba que los abogados habían quedado ya atrás. Estamos en diciembre, a fin de cuentas.
-El clima nunca ha entendido de fechas. El pasado mes de abril me sorprendió un chaparrón de regaliz mudo. Con eso se lo digo todo.
-En cualquier caso, no permitamos que esta charla nos retrase aún más. ¿Trae lo que le pedí?
-Siete sobres blancos, tres azules y medio jazmín pocho. Una foto de una oruga ligera de cascos y la publicidad del carrefour.
-Estupendo. ¿Y qué hay del sacrificio?
-Realizado con éxito. Atrapamos a la virgen y la obligamos a escuchar aquel horrible disco durante cuatro horas seguidas.
-Dije sacrificio, no tortura.
-Nos ahorró el trabajo. La encontramos muerta poco después.
-Eso nos evita mancharnos las manos de sangre, pero no quiero que se repita. El dios del pantano rosa-anaranjado-más o menos salmón no quiere sufrimiento innecesario.
-Juro por las sandalias de un rinoceronte que no volverá a suceder.
-Bien, vayamos entonces a la cocina.
-¿Ya comienza el ritual?
-No, es que me apetece un café. ¿Quiere uno?
-Oh, sí, por favor. Con mucho azúcar.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Noviembre es de caucho

La luna se comió un periódico. De los puros, de los que visten con chaqueta tres de cada siete noches de verano.
El anciano decrépito consiguió mutar en lasaña de tipo 3, algo que es muy valorado en Neptuno.
Respecto a aquella sardina tímida y fan del billar, se encuentra ahora mismo en Australia de vacaciones.

Podría decirse, por tanto, que el mundo sigue girando en la dirección correcta. Que es aquella que nos conviene para que no se muera nadie. Aunque la gente se muere, gire el mundo o no. Es lo que tiene ser mortal. O tener vida, a secas. No conozco muchas cosas con vida que no se mueran. Menos de siete. Y más de dos. 3,33333. Por elegir un número al azar.

La pirita no está viva, por lo que tampoco muere. Y tiene un nombre divertido. Se lo pondré a mi próximo yate.

Poco más tengo que añadir. No lucho contra seres bicéfalos de siete metros. Ni contra los de cinco siquiera. Estos tiempos ya no son los de antes. Lo cual está muy bien, sería muy aburrido un tiempo eterno siempre igual. No habría ilusiones de un mañana mejor, con chocolate más rico y euros más relucientes (y acumulados en montones mayores, eso sobre todo).

Ah, todo tiene sentido. Y a la vez no lo tiene. Depende de si eres un gusano azul o una polilla rosada. Hay maś colores para elegir, pero no son gratis. Se siente.

viernes, 8 de noviembre de 2013

Límites y un sueño

No busques mi yo del pasado porque ya no existe. No quedan sombras ni cenizas, no queda esencia del aliento ya extinto.
No busques la risa joven e inocente, que ya se han roto los huesos más de una vez con tanto golpe.
Pero sobre todo, no busques que vuelva a cometer errores. Desde que se desbordó el río he perdido esa capacidad de olvidar los contextos.


Busca mi yo del presente. Si no lo encuentras... o si lo que encuentras no es de tu agrado... quizás es que nunca llegaste a conocer tampoco al yo del pasado.
Cambian las circunstancias. Cambia la gente. Cambia el mundo. ¿Y yo? Yo cambio más que todos ellos.


Busca mi yo del futuro. Y no te preocupes si no hay respuesta. Pocas personas gozarán del privilegio que supone asistir al final de la transformación.


Hay quien no necesita buscar, porque mis besos marcan el camino y sus labios se hicieron para seguir el rastro de los míos. La única persona que supo el nombre completo del dios diablo, también la única que fue aceptada en aquel jardín de fuentes guardado por el tigre que devoró el imperio.

Mañana te abrazaré entre promesas y sueños, entre palabras de escarcha que derretimos con nuestra piel. Y se ajustarán un poco más nuestros corazones entre el tic tac del tiempo.

Nada más necesito ni nada más quiero. Gracias a aquellos que me ofrecen parte de su camino, pero la decisión está tomada y nada me hará transitar por viejos senderos. Solo un vínculo tengo con aquel mundo, el amor puro del pasado que ahora nos hermana y hace que me proteja de todo mal. Me toma de la mano, me aleja de los ecos y me deja ante él, ante sus brazos. Sabe que me cuidará tan bien como él lo hizo en el pasado. Lo ve reflejado en mí, en la sonrisa que despierta mi nuevo sueño.
Ese sueño que eres tú, que soy yo, que se convierte en nosotros, en el deseo de dibujar juntos el futuro

Mañana. Eterno mañana. Dame solo unas horas más...


PD: Tripas de calamar deforme, orejas de desorejado y todo el vino derramado sobre la alfombra de la aniquilada humanidad. Que luego se quejan de que pongo demasiadas cosas edulcoradas. 

martes, 5 de noviembre de 2013

Desde el exilio con tacones muertos

No sé cómo puede morir un tacón. No uso esas cosas. Pero va bien para el título. Como va bien cualquier cosa que se me pasa por la cabeza.

Va siendo hora de que entre tanto texto os cuente un poco cómo me va la vida, que luego la gente me mira mal por no hacerlo.

Bien, la vida va así como para arriba y para el este. El este porque es lo primero que se me ha ocurrido, no porque haya nada destacable allí. Aunque está Japón. Y Japón mola. Tengo que volver.
Mis planes de futuro son un tanto inciertos, aunque se basan en algo muy simple: escapar de aquí. No queda otra. Aquí no hay trabajo, gente ni nada. Si uno no quiere morir del asco, debe largarse. Afortunadamente, soy una persona paciente, así que puedo esperar al próximo año. Porque es que no pienso irme sola, sino con la cosa merluza que tengo por novio.

A estas alturas de la vida ya lo sabe la mayoría de la gente, pero para quien no lo sepa, estoy con un chico desde hace algo menos de tres meses. Cierto informático melenudo al que conocí años ha, cuando aún vivía en Sevilla. La vida da muchas vueltas y aunque nos separó un tiempo, ahora nos ha vuelto a unir y podemos hacer cosas románticas como mordisquear piedras.
El caso es que mis planes pasan por escapar con él a quién sabe dónde. Posiblemente fuera del país. Y del mundo. ¡Y del universoooooooooo!

No cambio, ¿eh? La mayor parte de la gente se desvive por su futuro profesional y yo lo hago por mis relaciones. Siempre he sido así. Quizás porque nunca he tenido una vocación concreta o pasión que perseguir. O puede que se deba a que siempre he considerado que el trabajar es algo que debo hacer para no morirme de hambre, no algo que me llame la atención. Y no es por falta de ambiciones. Tengo muchas, aunque ninguna sirve para llenar la nevera. Una lástima.
Sin embargo, la gente me aporta mucho más. Todos los momentos especiales que recuerdo están asociados a diversas personas. No necesariamente una pareja, que conste. Pero está claro que el amor atonta y se cuela en la mayor parte de mis recuerdos bonitos. Y espero que esté durante mucho tiempo en los recuerdos futuros. Para toda la vida estaría bien.

Así que aquí estoy, a la espera de que pueda hacer mi nuevo cambio de vida de la mano de la persona a la que quiero tener junto a mí de ahora en adelante. Haciendo cosas para entretenerme, mejorar como persona y lapa y conseguir puntos extra para el reparto de cereales resecos.

Tengo que decir que últimamente estoy muy contenta. Incluso con los cambios de tiempo feos. Se notan en el ánimo, como siempre. Pero es llevadero.
Y lo que más me alegra es que he conseguido ser feliz estando en el exilio. Si soy feliz así, cuando escape será todo aún mejor.
Aunque soy afortunada. Incluso en el exilio tengo algunas personas que lo hacen todo más llevadero.

Oh, y tengo a Jancio. Mi antiguo binario. Estoy muy orgullosa de la relación de amistad que tengo con él. Le tengo un cariño inmenso. Y es que partimos de la base de que antes de ser mi pareja fue alguien que me ayudó mucho. Se volcó en mí y estuvo ahí en momentos que fueron duros. Luego fue un novio estupendo, aunque la relación no funcionase al final. Y ahora es nuevamente un gran amigo. ¡Y me cuida mucho! Él se alegra al verme feliz con mi pareja y yo me alegro cuando lo veo ilusionado por "persona X" (que no se diga que no respeto su intimidad XD). Aunque podría llamarla Fulgencia, Rodriga o Fervorosa. Es más interesante que "persona X". Se lo tengo que comentar.

Y es que las relaciones acaban, pero no por ello te tienes que separar de las personas que recorrieron el camino a tu lado. Quizás por eso me gusta hacer estas escapadas y ver a los amigos de allá. Sé que mi vida ya no pertenece a ese lugar, pero una parte de mí está allí, con ellos. Y es agradable volver a compartir momentos agradables. Aunque eso implique pasarte el puente entero madrugando para poder ver a todas las personas de mi agenda. Agenda de persona importante, por supuesto.

La verdad, mi vida es la historia de una persona que se mueve por el mundo siguiendo el soplo del viento. Tengo mi propia forma de ver las cosas. Creo que hasta mi propia moral (o eso parece cuando algunos se escandalizan por mi forma de pensar en ciertos aspectos). Pero es una moral coherente, lo cual ya es mucho. Por ejemplo, hay religiones que predican una moral que luego no es coherente con sus propios preceptos. Yo no haré esas cosas. Cuando domine el mundo, le diré a la gente que se las apañen solos, que no pienso decirles cómo tienen que hacer las cosas para ganarse mi perdón. Total, si yo perdono a todo el mundo, es lo que tiene que guardar rencor sea cansado.

Bueno, que me devío. El conservar a la gente que me importa, haber incorporado personas nuevas y el tener planes de futuro con mi melenudo es algo que me hace sentirme bastante satisfecha conmigo misma. 
Y la realización personal en realidad está ahí. Cada noche me voy a dormir pensando que mi vida está llena de personas maravillosas. Y me levanto ilusionada por disponer de un día más para estar con ellas. Y aunque me abandonasen todas las personas geniales que me rodean en la actualidad, me seguiría conservando a mí misma, que soy más maravillosa aún que el resto. Con lo cual siempre voy a tener muy buena compañía.

Aunque por ahora no parece que nadie me quiera abandonar. Es curioso. Curioso porque yo nunca me he considerado una amiga especialmente buena. Soy altamente egoísta y no antepongo los deseos de los demás a los míos. Me gusta que la gente a la que aprecio se sienta bien, sí. Como a todos. Eso nos acaba beneficiando, aunque sea únicamente por el hecho de que nos sentimos más felices al ver alegres a los que nos rodean.
Encima soy bastante desprendida. Puedo querer mucho a la gente e ilusionarme mucho por tener a ciertas personas en mi vida, pero no es algo que suela manifestar. No necesito estar al tanto de lo que hacen los demás, ni hablar frecuentemente con ellos. En lugar de ir tras la gente, soy más de "Ya sabes dónde estoy, ven si necesitas algo".
Así que en teoría no es el caldo de cultivo más adecuado para que las bacterias se transformen en cacahuetes. Ni para entablar relaciones sociales profundas. Pero las entablo. Y son duraderas. Quizás más distantes que las de otros, pero no por ello más débiles. Al menos por mi parte, que puedo estar meses sin saber de alguien y tenerle el mismo cariño que tiempo atrás. Igual ese es el motivo por el que no me abandonan. Hum.

Yo qué voy a decir. Me alegra de contar con esas personas. Igual puede que alguna de ellas esté leyendo esto. Si es así, quiero mil euros. He dicho.

Ains, debería estar durmiendo. Pero yo soy así, levemente esférica y de cristal. Y egocéntrica. Eso mucho.

A veces me pregunto por qué el ego se considera negativo. Yo no me creo mejor que los demás ni considero que valga más (tampoco menos, eh) que nadie. Cada persona es diferente y tiene sus cosas buenas y malas. Y yo estoy muy orgullosa de las mías buenas. Las malas no sé, creo que lo que considero negativo en mí lo he acabado eliminando. Pero claro, hay cosas que para mí son positivas y para otros no. Como el mencionado ego.
Siempre nos dicen que hay que ser humildes. ¿Por qué? No es cuestión de aburrir a nadie contando lo estupendos que somos. A nadie le interesa eso. Pero tampoco le interesa lo cutres que podemos llegar a ser, y eso lo menciona todo el mundo, lamentándose con penas variadas. El mundo es raro, desde luego.

El caso es que yo tengo un elevado ego. Me considero una persona que mola. ¿Por qué no? Todo el mundo debería ser una persona que mola. Salvo los infraseres, que esos no son persona, así que como para molar...
Y me considero feliz, afortunada. Tengo personas estupendas a mi alrededor y puedo presumir de hacer con mi vida lo que quiero sin rendir cuentas a nadie. Nunca hago nada que no quiera hacer (se entiende que a veces hacemos cosas que no nos gustan porque lo que obtenemos compensa, claro), no busco complacer a nadie y no me cuesta nada sacar a la gente de mi vida cuando no me conviene tener a ciertos tipos de humanos cerca.
Solo me falla (además de la salud ¬¬) el no tener esa meta profesional que ya he dicho que la mayor parte de la gente tiene. Puede que muchos no la alcancen (especialmente con el panorama que tenemos) pero es indudable que mi vida sería más sencilla si tuviese un objetivo claro en ese aspecto. Aunque a veces pienso que si fuera así no tendría los mismos privilegios que tengo (en lo que a nivel social se refiere). Creo que siempre hay una faceta que se resiente algo más, la personal o la profesional. Yo he decidido que sea la profesional. Igual es una excusa que crea mi mente para aceptar lo cutre que es el panorama laboral. Pero no me frustra, que es lo importante. Cada año que pasa sigo pensando que ha sido mejor que el anterior. Eso es buena señal.

¿Y por qué estoy contando todo esto de mí? Pues porque tengo sueño. Y porque contando mi vida se me vienen a la mente personas que podrían estar como yo pero se centran demasiado en lo que les falta y no en lo que tienen. Y todos tenemos muchas cosas. Huesos y músculos, por ejemplo. Y órganos así como pegajosos. Digo yo que serán pegajosos. Tienen toda la pinta. Como los filetes de pollo crudos. Ugh.

Esto iba a ser una entrada de "cómo me van las cosas" y al final parece una entrada de "La vida tiene cosas buenas, salchichones carteristas y fuegos fatuos con corona de espinas". Es lo que tiene. Sueño. Sí, he dicho ya que tengo sueño.

Yo podría ser menos vaga. Ese sí es un defecto que no hay manera de corregir. Igual porque nunca me ha pasado factura. ¿Para qué esforzarse en corregir lo que no molesta? La verdad, fuerza de voluntad tengo (mucha) así que es tan simple como "no me apetece". Así soy yo. Capaz de decir que algo no me interesa y no buscar excusas para apoyar mi decisión. O camuflarla.

Sigo teniendo sueño. No tengo ni idea de lo que he escrito en los últimos párrafos. De hecho, lo último que recuerdo haber escrito conscientemente es que mi merluzo melenudo es adorable. Seguramente no lo he puesto, pero lo es.

Al final la clave de todo, de la felicidad, de mantener a la gente a tu lado, del éxito del mazapán y demás, se basa en tener claro lo que quieres (o lo que no quieres) y ser coherente con tus ideales. No puedes ser un día una pieza negra y al siguiente una blanca. O puedes, pero el oponente te mirará raro. O mal. O el tablero se pondrá en huelga. A saber.
La otra clave (de sol, de luna, de eclipse y de nebulosa) es quererte aún más que a los demás. No desprecies a las criaturas inferiores (como los cartuchos de dinamita antropomórficos) pero tampoco te pongas a su nivel. Que nadie mirará por ti tanto como tú. Salvo seres con ojos de mosca. Buz, zumb, y crumb de caramelo.

Tengo sueño. Ya lo he dicho. Y estoy contenta.
Y espero que en primavera pueda estar inaugurando nueva etapa feliz, con serpentinas de colores de las que cantan. Si no cantan, pues bueno, celebración muda. No es problema.

Y ahora me voy, que llevo un rato que se me cierran los ojos. La culpa fue de un recogedor argentino que no tenía la hora del reloj bien puesta. Como de costumbre.

PD: Mi informático melenudo es adorable.
PD2: Eheeeee. De patagonia y campo.

jueves, 24 de octubre de 2013

El beso del trueno

Cuando eres capaz de fundirte con los elementos que te rodean, cuando puedes deslizarte entre el subsuelo de su cuerpo y sus entrañas, cuando se vierte la vida sobre la muerte y la mezcla te salpica... entonces es cuando sabes que no hay forma de que te aparten de tu camino.

A veces toca abrazar la indiferencia. Es lo más sensato, lo único que aplaca la ira del volcán que se ahoga en su propia ceniza. Y no puedo decir que lo disfrute, como tampoco puedo negar que lo haga. Es parte de la naturaleza de esos sueños a los que me aferré tiempo atrás. Ahora han anidado en mi alma y han cubierto de hiedra las piedras de mi eco.

No puedo destrozar ni puedo crear. No tengo la posibilidad de elegir más allá de la barrera de luz y sonido, del valle que surgió de la nada aquella noche. La estrella giró sobre sí misma y se hizo pedazos, aristas incandescentes que dibujaron la silueta de aquel desconocido. La leve sonrisa era de espuma.

Pero puedo hacer muchas otras cosas. Puedo dejarme caer y atravesar los límites. Puedo perderme en la corriente de ideas, entre estallidos de sabor a fresa y caricias de tulipán. Y es solamente el principio. La orquesta está a la espera de mi señal, de alzar las voces del coro hasta la misma luna.

Se estremece. Se agita. Se contorsiona. Se desdobla en dos esencias atemporales que se enredan, hilos de bruma teñidos de color y plata.

Ven a por mí. Sabes que te estoy esperando, vigilando tu sueño.
Toma asiento a mi lado y escucha aquello que tengo que decirte. Solamente tú puedes entender lo que se refleja en este cristal.

domingo, 6 de octubre de 2013

Latidos en forma de música de pasillos

Es fácil perderse entre las ondas de su pelo. Sucede casi sin darte cuenta. Jugueteo con sus rizos mientras sonrío, buscando un trozo de su piel en el que depositar un beso.

Es igualmente sencillo abandonarse al calor de sus abrazos, a la suavidad de sus palabras. Se agrieta la coraza que cubría mi alma, esa que existe y a la vez no lo hace. Entre las grietas se enreda el tiempo.

Hace un espléndido día de no verano. De medio otoño y largo invierno. La cascada de sentimientos nos cubre de arriba a abajo, arrastrándonos a la orilla del manantial, a la cuna de la que nacen los "te quiero".

Es un disfraz de enamorado que se me pega a la piel y del que cuesta desprenderse. Puedo estar entregada a la más banal actividad y al instante sumergida entre su cuerpo. Supongo que es lo que más me gusta de todo esto. Que no hay un margen que delimite el momento de amar, que no se separan los instantes de sueño de la realidad mundana.

Todo se mezcla, todo confluye. Especialmente nuestras ilusiones, extrañamente similares, piezas de un rompecabezas que creí perdidas para siempre. Pero ahora forman un todo, un camino que recorremos de la mano. Una carrera contra el tiempo acelerado que nos roba las horas.

Me siento feliz. Pego corazones cursis en las paredes, mientras se me escurren las gafas que tiñen el mundo de rosa. Hago muecas y se las dedico. Me regala un abrazo.  Y entonces me apropio de su mundo y de todo su ser, como dictan las leyes de mi universo.

Todo esto lo sé yo. Y lo sabe él. Pero nunca podrá saberlo el que contemple la escena desde la distancia.  Del mismo modo que no entenderá qué se nos ha perdido en el Ártico mientras resuenan perlas de sabiduría aleatoria. Recuerda... la Tierra es un planeta. Y yo te quiero más, mejor y con un nivel más alto.


lunes, 30 de septiembre de 2013

El pasado

Al ser humano le gusta sumergirse en épocas ya vividas. Recordar lo que fue y lo que nunca será, lo que pudo haber sucedido y ahora es imposible. Sí, también se puede recordar el hermoso conjunto de agradables vivencias. Pero a la gente le gusta torturarse y evocar lo que dejaron atrás, con ese toque que tan pronto se muestra como nostalgia como se viste de obsesión.

De mí qué voy a decir. Cualquiera sabe que disfruto del presente y pienso que cada nuevo año me va a deparar cosas aún mejores que el anterior.
Pero a veces, yo también buceo entre los recuerdos.

Parecen lejanos los tiempos inocentes en los que pasaba las tardes entre apuntes sobre comuncación y silabarios japoneses. Bueno, pasaba las tardes de mayo-junio, porque hasta entonces había que disfrutar.
Luego vino la crisis, la universal y la personal. Lástima que salir de la primera sea más complicado que de la segunda. Que tampoco es que esto último fuera sencillo, pero al menos dependía única y exclusivamente de mí.

Pero bah, esas cosas son como pinceladas de lo que viví, que formaron parte del camino a recorrer. Poco más. Son más profundos los recuerdos que dejan en nosotros las personas que nos rodean. La interacción social, algo sencillo que algunos se empeñan en convertir en todo un desafío.

Me acordaba esta mañana de ese pasado social reciente. Reciente y lejano a un mismo tiempo, porque el pasado de este mismo año puede resultarme más ajeno que el que lleva siglos enterrado.
Repasaba las caras de las personas que irrumpieron en mi vida sin previo aviso. Los sueños que me confiaron, los miedos que trataron de ocultar. Los demonios con los que lidian cada noche, envueltos entre las sábanas.

Importantes fueron aquellos que quisieron compartir su vida conmigo, de un modo u otro. Fracaso absoluto y estrepitoso, todo sea dicho. Quizás es complicado mantener un equilibrio entre tener una mente diferente y conservar la cordura. Por eso he visto caer a la gente a mi paso, incapaz de afrontar el desafío, temerosos de no ser capaces de recorrer el camino junto a mí.

No llegamos a crear decepciones amargas, porque siempre hubo una barrera que no logró penetrar la ilusión de la novedad. Es posible que todo se debiese a aquella espina clavada, oculta en la sombra, olvidada.
Era, sin lugar a dudas, el más controvertido y profundo de los recuerdos. Desenterrado en el momento oportuno, degustado lentamente, sin prisas. Hasta que un día te percatas de que el recuerdo no solo es ya tu presente, sino también tu futuro.

Reconozco que es complicado. Pero sencillo al mismo tiempo. Sí, sé que parece imposible, pero así es como vivo las cosas. Complicado porque el sendero era abrupto y poco amigable. Y sencillo porque, pese a ello, he caminado entre los obstáculos sin problema alguno, con total naturalidad. Hoy estás junto a un muro y mañana te percatas de que lo has rodeado sin darte cuenta.

De todo esto soy consciente al repasar mi vida, breve y eterna, salpicada de bifurcaciones y puntos clave. Pero, la verdad sea dicha, no encuentro especial satisfacción en todo esto. Contemplar es algo estático que no está hecho para mí. Vivir se ajusta de un modo más acertado a mis propósitos.

Aún no sé qué me depara el futuro. Si algo he aprendido, es que la vida da muchas vueltas y nunca sabes qué se esconde tras la puerta que tienes frente a ti. Hay gente que no abre la puerta y mira hacia atrás. Yo soy todo lo contrario a esas personas, abro toda puerta que encuentro, olvidando pronto el camino que me condujo hasta ellas.

Pero aquí estoy. Acostumbrándome a las nuevas ilusiones, a los nuevos sueños. Me siento muy bien, aunque como ocurre cada vez que abro una nueva puerta, necesito un periodo de adaptación, un tiempo para habituarme al nuevo paisaje y sentirlo como mío.

Así que este es el presente que disfruto ahora. Un presente al que el pasado le es ajeno y el futuro no es algo a lo que pueda acceder aún.
Poco a poco, voy asimilando las nuevas formas, sonidos, aromas. No tengo ni idea de qué sentiré cuando las colinas que se extienden ante mí me sean tan familiares como aquellas por las que paseaba tiempo atrás. Pero imagino que, como siempre, estaré condenada a ser feliz. A disfrutar mientras compruebo que, una vez más, poco tiene que ofrecer el pasado.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Soy maravillosa y pienso presumir de ello

Realmente, no sé si es algo de lo que se pueda presumir. Quiero decir, la gente que presume lo hace de cosas que se supone que la diferencia de los demás. Uno no presume de algo que está al alcance de cualquiera.
¿Puedo presumir de que acabo de darme una ducha? Pues hombre, puedo compartir tan irrelevante dato con la gente, pero no lo considero presumir. No puedo despertar envidia, cualquiera de vosotros puede darse una ducha como la que me he dado yo.

Lo mismo lo aplico al ser maravillosa y feliz. No es ningún secreto que estoy contenta con la vida que llevo. Y me gusta exteriorizarlo, porque es mi forma de ser. Pero mi intención no es despertar malestar o envidia alguna en los demás, porque considero que nada de lo que yo tengo, nada de lo que yo hago, es especial e imposible de alcanzar para otras personas.
Mi vida no es mejor que la del resto de la gente. De hecho, creo que, en ocasiones, es incluso peor. Y quien lo dude, le dejo que experimente esto de los episodios depresivos por razones puramente endógenas. Pero incluso con todo ello, he conseguido ser muy feliz. Y no es por nada externo a mí. Nadie me ha regalado nada, nadie me ha dicho "toma, te otorgo esto y esto otro para que seas feliz". Más que nada porque la felicidad es una actitud ante la vida, no un estado externo a uno mismo. Hay sucesos que nos pueden traer penas o alegrías. Pero la felicidad va más allá de eso. Para ser feliz hay que desearlo, esforzarse y trabajar constantemente en ello. Esforzarse en no caer en las quejas improductivas y dedicar nuestro tiempo a cambiar lo que no nos gusta o a superar aquello que no puede ser cambiado. Esforzarse en ver lo bueno de nuestra vida, en perseguir metas y en disfrutar.

Es un proyecto a largo plazo. Como el que debe perder mucho peso y tiene que hacer ejercicio y cuidar su alimentación día tras día. La felicidad es lo mismo, un estado que requiere poner de nuestra parte para ser alcanzado.
Ciertamente, hay gente que no sabe cómo ser feliz. Igual que hay gente que no sabe cómo llevar una dieta equilibrada o qué ejercicios le irían bien para adelgazar. Y al igual que estos últimos pueden pedir consejo a alguien que haya perdido peso, acudir a un endocrino y buscarse un entrenador personal para el gimnasio, el que no sabe cómo ser feliz puede buscar ayuda. No debería ser algo vergonzoso. Si nadie nos ha enseñado a ser felices, a tener pensamientos positivos, a descartar patrones de pensamiento dañinos o a entendernos a nosotros mismos y a nuestras emociones, es normal que cueste alcanzar la felicidad. Porque aunque las herramientas están a nuestra disposición, no se saben usar. Así que hasta la persona más negada puede ser feliz si realmente quiere serlo.

Yo me he esforzado para ser feliz y disfrutar de mi vida. No he hecho nada que no puedan hacer los demás. Así que no veo motivo para tener que esconder mi felicidad. Porque esa felicidad no debería despertar envidia malsana ni sentimientos de frustración. Todo lo contrario. Debería servir de inspiración. Pero claro, para ello primero hay que aceptar que la felicidad está enteramente en nuestra mano y que no depende de factores externos. Dos personas ante una misma situación vital pueden reaccionar de forma opuesta, sintiéndose una de ellas completamente desafortunada mientras que la otra es capaz de sacar provecho a lo sucedido. No es tanto lo que ocurre como nuestra forma de interpretar lo que nos pasa.

Así que todo el mundo puede aprender a sentirse maravilloso. No tengo la exclusiva.

viernes, 20 de septiembre de 2013

El destino es caprichoso

Se sumergió, dispuesta a dejarlo todo atrás.
Lavó sus heridas, dejó que el agua relajase su alma.
Y salió nuevamente a la superficie. Contempló el bosque con los ojos muy abiertos, como si fuera la primera vez que veía aquellos árboles. Se sentó al pie de uno de ellos, donde previamente había depositado una pequeña cesta llena de cerezas. Tomó una de ellas y se la llevó a la boca, separándola del tallo que la unía a una segunda cereza. Suspiró mientras observaba esa cereza solitaria. Pero esta vez no quiso llorar. Esta vez no quiso ver una cereza que podría haber compartido en agradable compañía. Era una cereza que esperaba. Algún día, estaba segura, podría volver a reír mientras repartía las cerezas de su cesta. Sabía que era un sueño, sabía que era probable que no volviesen a buscarla a aquel lugar, que nadie quisiese tomar asiento a su lado. Pero le daba igual. No quería perder la esperanza. Ella seguiría allí. Siempre.

---

Es curioso. Nunca pensé que mantener aquella promesa llevaría a un final feliz. Pero lo hizo. La persona que me inspiró este texto, años ha, no solo regresó, sino que ahora es mi pareja.

¿Por qué él, de entre todos los hombres del universo? A saber. Quizás siempre pudo haber sido él pero no se dieron las circunstancias adecuadas. Puede que se tratase de un fruto temprano que aún debía madurar para alcanzar su esplendor.

En cualquier caso, es una bonita casualidad el haber recuperado aquella vieja amistad precisamente en el único momento en que el vínculo entre ambos podía dar lugar a algo más. Y aunque alzamos mil barreras para no volver a mirarnos el alma, todas cayeron y nos dejaron el uno frente al otro, vulnerables, con las ilusiones expuestas. Fragilidad que pudo habernos hecho añicos, como en el pasado, pero que nos hizo más fuertes. Lo suficiente como para aceptar la verdad sobre lo que albergaban los corazones.

Y así me encuentro, con el círculo cerrado y la felicidad libre de nuevo. No me puedo quejar.




martes, 17 de septiembre de 2013

Entre corrientes de estrellas (con lava y descuentos)

Hubo un tiempo en el que las rocas eran blandas y el terciopelo áspero y levemente desconfiado. En ese tiempo, los canelones no eran muy apreciados y la gente prefería el almidón y las piaras de cerdos de gominola. La gominola siempre será apreciada entre aquellos con costillas no fusionadas con el peroné.

En ese tiempo, la gente no volaba. Se limitaba a reptar emitiendo un sonido tal que así:

-Bleeeeeeeeeee...bleeeeeeeeeeeeeeeeeee... uuuuuuuuuu... bloooooo.

Como no es el sonido más armonioso del mundo, lógicamente ese tipo de personas se acabaron extinguiendo. Aún quedan vestigios de su existencia en tiempos pasados. Y se dice que uno de cada siete humanos con cubos de agua tiene parte de sus genes. Claro que dos de cada cuatro tienen genes de mosca tuerta de la mitad de sus ojos. Así que a saber.

En cualquier caso, eso no tiene nada que ver conmigo. Ni con vosotros. Porque la gente de la que hablo es gente de otra dimensión, una de esas en las que no existen las palomitas y las cucarachas miden tres metros. No queremos saber nada de esa dimensión ni de esa gente.

Y en lo que a nuestro mundo y tiempo respecta, aquí la gente tampoco suele volar mucho. No por sus propios medios, al menos. Yo soy la excepción, claro está. Tengo un hogar entre las nubes de calma y otro en las de tormenta. También tengo mapas y fotografías satélite con deformación de águila experta en microbiología.

Pero eso no le importa a nadie, porque la gente no puede entrar en reinos que no son suyos. Aunque hay personas que pueden. Pero son pocas. Y nadie las comprende. Salvo yo, claro. Generalmente las comprendo y las mato (para aliviar su sufrimiento o porque me aburro, depende del día) pero a veces adopto a alguna y me enorgullezco de su desarrollo como ser humano de provecho. Eso sí, hace mucho que no adopto a nadie. Casi siete siglos. No es mucho en el plano de la inmortalidad, pero sí en el de un geranio tieso.

De cualquier modo, todo esto quedó atrás desde el momento en que las capuchas inversas desaparecieron del multiverso escondido en el congelador. Ahora estamos en otra época. Otra era. Otra situación política convulsa y sin sacarina en los sombreros.

Y en mitad de todo esto, está él. Y corro para alcanzarlo, pero la corriente de estrellas me lo impide. Y grito su nombre, pero como no tiene, es un grito vacío. Puntos suspensivos que se pierden entre volutas de humo y escamas de pez.

¿Frustración? Nah, solo una vuelca de tuerca al deseo. Y un salto de canela en rama y de vacío total en una fábrica de sacacorchos. Así escapo de la corriente y me lanzo a sus brazos. Me atrapa entonces la red de tornasol y parabrisas. Tic, tac, relojes parados que parecen vivir a la sombra de aquella armadura. Tic, tac. Las marionetas de seda se desmadejan a los pies del orangután oprimido. Se llama Braulio. Porque así lo decidió el vendedor de cupones que tenía el mundo en lugar de ojos.

Pero importa poco, porque como ya he dicho, todo eso queda atrás. Y entre caracolas de metal, nacen las algas del destello. Toma una y dibuja estelas entre la arena de pan. Pero no sueñes, que no está permitido entre las horas de luna baja. Tan solo cuando el sol está alto, vigor entre nubes blancas y cielos de color de mar (pero del bonito), puede uno volar sin límites, pasando entre castillos de metacrilato y hojaldre, de lumbre agotada y de volcán intenso.

Cualquier podría saber que nada de eso ha pasado ni pasará, pero cualquiera no leería estas palabras sin entender su significado. Solo una persona lo haría. Y está muerta. O quizás nunca nació. Puede que incluso sea mentira. A saber. El mundo es así de raro.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Tengo un tiburón

Tengo un tiburón, que me defiende de los fallos del emulador del averno. Que me consuela cuando un save me devuelve las horas pero no el nombre. Ness. Bueno, todo sea por no volver a empezar. Y porque el dinero con el que viene es interesante.

Ya le queda poco sobre la piel, se agrieta, castigado. Pero sus tribales adornaron una noche que quedó suspendida en el tiempo. Una noche que no puede ser cargada con f4. Aunque mejor así, de lo contrario correría el riesgo de perderla. Y no quiero. Quiero conservar la quietud de aquella noche, solo rota por nuestras risas. Quiero conservar tus abrazos, tus besos, el calor de tu cuerpo. Es por ello que sé que aunque desaparezca su dibujo, no lo hará su esencia. Porque tengo un tiburón. ¡Y un pastel!

Así soy yo, porque siempre lo he sido. Y así me descubres, nueva y vieja, sin censuras. Con la cabecita loca dando tumbos de un lado a otro, jugando a soñar. Una niña que es adulta. O quizás una adulta que aún es niña. Posiblemente un calamar. Eso sería mucho más adecuado.

Y quiero tus brazos, para que ahoguen mi frustración tonta, mi guerra abierta contra las malas jugadas de la tecnología. Porque son los disgustos insignificantes los que me recuerdan que todo es más bonito a tu lado. Hasta una pila de cadáveres. Pueden ser cadáveres bonitos, claro está. Pero no me refiero a eso. Es el brillo especial que tiene la felicidad compartida. Con tiburones, claro. Porque tengo uno. Que vigila y protege. Que se disputa contigo mi persona, como si no fuese suficiente un elefante.

Tengo un tiburón. Déjame que te lo recuerde. Todo sea por volver a disfrutar la complicidad de ese momento.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Elefantes sicarios (o de cómo la felicidad no te la regalan)

Los elefantes son maldad pura. Así que no es de extrañar que alguno pueda ser un sicario. De los de calidad.
Por mi parte, yo no sirvo para eso de ser sicario. Ni para ser elefante, todo sea dicho.

Hoy quiero dejar clara una cosa. Sí, mi último mensaje fue ñoño. Y claro que me siento afortunada y soy muy feliz ahora mismo. Pero que nadie me "envidie" ni se alegre de que sea feliz por haberme emparejado. Igual otros creen que la felicidad se basa en tener a alguien a tu lado, pero yo no lo comparto. Soy feliz porque me he esforzado para serlo. Que haya sido capaz de atraer a otra persona es secundario. Y posiblemente es algo que no habría pasado si yo fuese otra de esas sombras ambulantes que se arrastran por el mundo pensando que todo es horrible.
Pues no, no quiero que nadie me reste mérito. La felicidad no viene milagrosamente a visitarte. Hay que buscarla. Y para eso hay que dejar de lloriquear y prepararse para hacer sacrificios.

Sí, soy una persona optimista, lo reconozco. Pero eh, si mantengo el optimismo es porque me esfuerzo. Porque analizo las circunstancias y llego a la conclusión de que es el mejor enfoque para resolver los problemas. No es porque tenga una habilidad mágica para verlo todo bonito. Y eso es algo que he entrenado durante años, desde que vivía exiliada en el bosque.

Así que no, no soy feliz por haber encontrado el amor. No cabe duda de que eso siempre ayuda a estar aún más contento. Pero ya era feliz desde mucho antes. Desde que me dije que no pensaba emplear mi tiempo en pensar en lo peor, sino que iba a esforzarme en disfrutar al máximo de lo que me ofrecía la vida.

Y eh, que no se reconozca mi esfuerzo es lo de menos. Pero la gente, al pensar así, se hunde aún más en su miseria y lo reduce todo a "yo es que no tengo quien me quiera". Y eso me da rabia. Porque en lugar de pensar "eh, ella ha podido salir adelante, yo también puedo" adopta una postura negativa en la que esperan que aparezca una mano salvadora que todo lo ponga en su lugar. No, no hay manos salvadoras. Si uno quiere ser feliz, tiene que luchar por ello.

Cuando hablo de luchar, lo digo seriamente. Si uno ha probado de todo y sigue sin ser feliz, igual toca cambiar el enfoque. Y para ello hay que hacer cosas incómodas. Abandonar esa zona comfortable de la que tanto se habla y salir al exterior.

Y es que incluso las cosas más agradables que he hecho últimamente, me han costado muchísimo. La de veces que me dije que ojalá pudiese anular el vuelo a Japón porque no tenía nada de ánimo para ir. Incluso mi visita a Valencia, donde también lo pasé estupendamente, fue algo que me resultó un poco complicado al principio. La tentación de quedarme en casa era enorme.
Aplicad esto a cada vez que me he apuntado a algo, que he quedado con alguien o he emprendido un nuevo proyecto. Y es que hasta hace nada, aún tenía días en los que la depresión hacía acto de presencia de forma ligera.
Pero sabía que tenía que vencer la incomodidad inicial, porque iba a merecer mucho la pena.

Y eh, me sigue pasando. ¿Alguien cree que no me da miedo pensar en irme a UK a la aventura? Soy consciente de lo complicado que va a ser al principio. ¿Pero y qué? Quien algo quiere, algo le cuesta. Y si la única opción viable que tengo es irme fuera, pues allá que vamos. Ya me encargo yo de ir pensando en todo lo positivo que me puede aportar y en cómo puedo sacar el máximo partido a la experiencia.
Pensar en todo lo que he querido hacer y no he podido, de poco sirve. Pensar en todo lo que me gustaría hacer y tampoco puedo, es igual de improductivo. Así que toca pensar en lo que sí está en mi mano. Porque siempre hay algo que podemos hacer. Si aceptamos que tenemos que salir de nuestra zona de comodidad y hacer cosas nuevas que no nos hacen sentir tan seguros.

Para mí es sencillo. No se trata de tener grandes habilidades, se trata de ser prácticos. Si tienes un muro ante ti y no cede por muchos golpes que le propines, igual es hora de pensar que hay técnicas mejores que seguir con lo mismo una y otra vez. En primer lugar, porque puede que el muro nunca ceda. Y por otra parte, porque aunque lo hiciese, uno habría tenido que sufrir mucho en el proceso e invertir largo tiempo.
Así que si yo me encuentro un muro que me corta el camino, me las ingenio para trepar, rodearlo o buscar la manera de llegar hasta el otro lado. Y sí, desviarse no es agradable. Parece menos inmediato que atravesar directamente el muro. Pero hay que pensar a largo plazo. Y ese tiempo que invertimos en rodear lo recuperamos cuando estamos al otro lado, mientras otros siguen dándose cabezazos contra la pared.

Sobra decir que es todo cuestión de actitud. Cada persona tendrá su carácter y sus particularidades. Pero la actitud es algo que depende únicamente de nosotros y de cuánto queramos esforzarnos en algo. Todos tenemos la capacidad de rodear muros, pues disponemos de piernas funcionales. Pero hay que querer hacerlo. Y no esperar a que nadie venga a tirar de nosotros para superar el obstáculo.

Así que, enlazando con el principio de esta entrada, yo ahora soy tremendamente feliz. Pero no he encontrado a un salvador que me haya mostrado el camino. He rodeado el muro yo solita y, una vez en mi destino, me he podido permitir disfrutar de la persona que he encontrado allí. Pero nunca habría conseguido hacerlo si me hubiese quedado rabiando y lamentando mi suerte al otro lado del muro.

Buah, cómo me he enrrollado. Y todo para que esto acabe en una terrible Coelhada, como bien sabe un basilisco de fango que mora por aquí.
Pero no importa, porque se me vienen a la mente varias personas a las que estoy viendo estamparse contra el muro una y otra vez y que han tomado el anuncio del fin de mi soltería como una especie de salvación que alguien me ha otorgado. En lugar de ver lo que he conseguido, han tomado el último dato relevante y lo han añadido para que encaje con su imagen de cómo funciona el mundo. ¡Y esa no es la moraleja correcta! Que tampoco es que haya una moraleja, correcta o no. Pero no pienso alimentar con mi silencio las distorsiones cognitivas de la gente que me importa.
Ciertamente, no sé si esas personas leerán esto. No es algo que tenía en mente al empezar a escribir (como si hubiese tenido algo en mente en algún momento, ja). Pero bueno, aquí está esto, que seguro que a alguien le sirve. Aunque sea para no sumarse al grupo de los que creen que nos salvamos porque alguien se digna a querernos.
Además, en mi caso, soy yo la que permite a la gente que me quiera, en un acto de bondad sin precedentes.

Total, que el merlucismo se extiende. Y los elefantes sicarios no dan abasto. Es dura la vida de los elefantes. Casi tanto como la de las piedras porosas en Afganistán. Pero bastante más que la de las fresas con nata. Ñam.

martes, 3 de septiembre de 2013

Efervescente Mel-ho

Así era como me llamabas. Hace ya más de cinco años. Una época de mi vida que se me antoja tremendamente lejana. Ha pasado muchísimo. Mi vida se vino abajo y volvió a levantarse dos veces en ese periodo de tiempo. Prácticamente no queda nada de aquel entonces. Salvo algunos buenos amigos. Y salvo tu presencia.

Apareciste en una época convulsa y pagaste por ello. Te alejaste, por motivos que entiendo. Y aquello también pasó factura. Te convertiste en un desconocido. Y pese a no olvidarte, no eras ya parte de mi vida. Ni de mis ilusiones.

Se inició una nueva etapa. Y me enamoré.
Soy una de esas personas que cuando se enamoran, lo viven al cien por cien. No hay más hombres que el que se ha instalado en mi corazón. Y aquel nuevo chico se encargó de iluminar mi vida borrando cualquier añoranza de mi pasado. Fue una época maravillosa. Pero las cosas acaban. Acabó mi primer amor y acabó el último. Guardé los buenos recuerdos (como la persona práctica que soy) y nueva vida. Esta vez tuve la suerte de no perder a quien sigue siendo una persona importante para mí. Gran suerte.

Las páginas se pasan cuando el tiempo así lo dicta. Y fui danzando de un lado a otro, rechazando muchas manos que se tendieron en mi dirección. No, mi corazón no quería dueño.
Algunas personas se ganaron mi afecto. Quién sabe, es posible que alguna de ellas se hubiese acabado ganando algo más, entregada como soy yo a quien me adora. Pero no fue así. Quizás porque tocaba vivir el reencuentro más esperado. El nuestro.

Es curioso cómo el pasado me golpeó de lleno cuando te tuve frente a mí. Imagino que habría sido diferente si no me encontrase sola en ese momento. Pero lo estaba. Sola y en un lugar que no me correspondía. Un lugar que me dejaba peligrosamente cerca de ti. Como si toda la época anterior, ahora desaparecida, hubiese dejado un hueco que se llenó repentinamente con los recuerdos.

No fui capaz de verlo en un principio, claro. Yo aún lloraba secretamente una pérdida. Marcada como estaba por nuestro pasado, me ilusionaba con nuevas caras. No duraba mucho tiempo, pero sí el suficiente como para no fijarme en ti de aquella manera que tanto trataba de evitar.
Pero las palabras del pasado eran como un eco del que no me podía librar. Tus brazos volvían a rodearme como en aquellos tiempos. Y a diferencia del pasado, ahora esos abrazos podían convertirse en algo más. Podían transmitir todo tipo de sentimientos. ¿Pero qué haces cuando no sabes ni lo que sientes?

Pero no tengo remedio. Me aferré a todo lo que podía ver como algo negativo. Una barrera que me mantendría alejada de ti, de la fascinación que seguían ejerciendo tus palabras. O esa era la teoría. En la práctica, solo retrasé lo inevitable. Lo que podría haber pasado unos meses atrás. Y quién sabe si es algo que podría haber surgido hace aún más tiempo, si las circunstancias hubiesen sido favorables. De ser así, habría fracasado estrepitosamente. Se necesita algo más que ese extraño vínculo que desarrollamos. Pero ahora... ahora somos dos personas diferentes. Capaces de volver a vincularnos, no de la misma manera, sino de una incluso mejor.

Es algo que no habría imaginado antes. Lógico, en aquel entonces solo tenía ojos para otra persona. Pero al mismo tiempo, lo analizo ahora y me parece completamente lógico. ¿Cómo no iba a surgir algo así entre dos personas que encajaban tan bien? Por algo has sido el único capaz de entrar en aquel palacio entre los jardines. Solo tú tenías (y tienes) esa sensibilidad especial, esa capacidad de soñar y arrastrarme contigo.

Que no se me malinterprete. Fui inmensamente feliz con las personas con las que compartí mi vida anteriormente. Siempre me he enamorado al cien por cien, en cada una de mis relaciones.
Pero la actual tiene ese toque místico, de recuperar algo importante que pensabas que nunca ibas a tener de nuevo. Y descubrir que ahora es incluso más valioso que antes.

Quizás todo esto explica el motivo por el que mis labios se precipitaron sobre los tuyos en nuestra primera despedida. Y en todas las que siguieron a aquella.
Sé que el estado en el que me encuentro hace que todo parezca más idílico de lo que es. Si hubiese acabado enamorándome de otra persona, no me pararía a pensar en todas estas cosas que compartimos en su día y que volvemos a disfrutar juntos. Pero, por un motivo u otro, de quien me he enamorado es de ti. De esa persona que me llamó poderosamente la atención antes de conocerla siquiera, solo por lo que transmitían sus palabras. De alguien que, tan diferente de mí como es, al mismo tiempo me complementa de una forma especial.

Quién sabe qué nos deparará el futuro. Ignoro cuánto tiempo podré disfrutar de ti, pero me gustaría que fuese mucho. Muchísimo. ¿El resto de mi vida? ¿Por qué no? Y el tiempo dirá si esta es otra historia de felicidad temporal que luego queda en una maravillosa amistad o si eres realmente la persona que va a compartir sueños conmigo. Me gustaría que fueras tú, claro. A todos nos gusta eso cuando estamos enamorados. Pero la verdad, me gustaría, ya no por ese motivo, sino porque realmente eres una persona fascinante. Eso lo supe ver cuando no sentía nada por ti. Y supe también que yo quería a mi lado a alguien así. Alguien que me dejase atravesar su coraza y me entregase su corazón sin reservas. Alguien que echase a volar a mi lado y compitiese conmigo por ver quién era capaz de llegar más alto.

Y es que hay cosas que nunca cambian. Y ni todos estos años han conseguido borrar nuestro anhelo por vivir nuevas aventuras que solo están en nuestra mente. Compartimos un escenario que ha sido diseñado por nuestras ilusiones y nadie más puede entrar a perturbar nuestra paz. Nos jugamos la vida persiguiendo lo imposible, abriendo una puerta tras otra. Hasta que al final acabamos descansando en más idílico de los mundos. El que forman nuestros sueños y el que dibujan tus brazos, rodeando mi cuerpo.

No sé cuándo leerás esto, si es que lo haces. Pero aquí estará como testimonio de que un día me sorprendí al comprobar todo lo que habíamos pasado juntos. Juntos en la distancia, en el abandono. Pero también en la cercanía de nuestros besos.

Todavía se me hace extraño. Que de todas las personas que podían ocupar mi corazón, hayas sido tú la elegida. El viejo amor platónico, ahora real. Olvidado y recordado, como las historias que merecen la pena.

Todo esto lo pienso ahora, mientras recuerdo cómo contemplaban las estrellas en llamas nuestros "yo" del pasado. Ahora ya no miramos las estrellas, sino que preferimos perdernos el uno en el otro. Las cosas cambian, pero la esencia sigue presente, apenas modificada. Adaptada para funcionar mejor si cabe, pero nada más.

Y tú lo entiendes. Como entiendes que esto es más que una simple declaración de sentimientos. Pública la lectura, pero privados los significados que solamente nosotros sabemos ver.

Habrá más, mucho más. Susurrado entre miradas, mientras juego con las ondas de tu pelo. Y no eres tú, ni soy yo, sino que somos un extraño concepto, un "nosotros" perturbado y dialogante con todos sus sentidos. Definiéndose entre el caos, entre la luz y la penumbra, entre la ilusión y el miedo.

Es lo nunca imaginado. El danzar del tiempo.

viernes, 30 de agosto de 2013

Entrada persona sobre el 2013, un rábano y siete pesetas

Soy una de esas personas que piensan que cada año es mejor que el anterior. Mi vida es una constante evolución ascendente, imparable.
¿Cómo puedo tener esa mentalidad cuando he tenido años tan horribles como 2008 y 2012 (este último en menor medida)? Supongo que haciendo un balance de lo sucedido y teniendo en cuenta que si no llega a ser por algunas cosas muy negativas, no habrían pasado otras muy positivas. Por ejemplo, de 2008 saqué a Jan. Y a unos amigos estupendos. De 2012... ehmmm... es algo menos tangible. Pero también me aportó cosas, ya lo creo.

El caso es que, con ese optimismo que me caracteriza, decidí que 2013 iba a ser mi año. ¿Por qué? Pues porque es el que toca. Después mi año será el 2014, el 2015 y así hasta que me muera o me haga inmortal.

Eso sí, 2013 no empezó nada bien. Ruptura de mi relación y abandono de Barcelona y los amigos que allí tenía. Y nueva vida en el exilio, sin nada que me vinculase a ese lugar. Y sin trabajo (aunque eso era algo de lo que me había visto obligada a prescindir por salud, si es que todo lo que tengo de maravillosa lo tengo de cutre en esas cuestiones).

Total, que yo seguía empeñada en que iba a ser mi año. Porque soy así de cabezota. Y no sé si lo será (porque aún quedan unos meses) pero creo que, como de costumbre, puedo decir que todo apunta a que este año será aún mejor que los anteriores.

Y es que si me paro a pensar, en 2013 han pasado muchas cosas interesantes.

-He descubierto que mi binario es un encanto. Ya lo era como pareja, pero ahora lo es también como amigo. ¡Y es uno de los mejores! Me sigue apoyando en todo lo que necesito y nos pasamos el día de charla. Es maravilloso dejar una relación y poder llevarte así de bien con tu ex.

-2013 ha sido también el año en el que he conseguido mi permiso para atropellar gente en coche. Lo cual no está nada mal, teniendo en cuenta que no me apetecía nada aprender a conducir.

-He puesto cara a ciertas personillas del foro. Además de conocer a unas cuantas nuevas. Disfruté de una estupenda quedada en Cádiz, así como de un par de viajes a Málaga, donde conocí a un chaval muy simpático y además pude reencontrarme con una vieja amiga. ¡Y quedar de nuevo con cierta besuga!

-También disfruté de un encuentro whovian. ¡Y de otra quedada en Madrid! Pude ver a viejos amigos, conocer a otros nuevos y encariñarme mucho con un melón que me acogió en su casa.

-Me adelanto en el tiempo y me dejo cosas. 2013 también me ha puesto a personas interesantes en el exilio (muy pocas, pero las hay). A una le tengo un cariño especial, por lo mucho que me ayudó cuando estuve pasando malos momentos. Y porque es, en general, una persona adorable (aunque lo disimule bien) y con un corazón enorme (tamaño hiena gigante, por lo menos). Además está buenorro. Chicas, corred a por él.

-¡He viajado a Japón! Un viaje absolutamente maravilloso. Con tres buenos amigos (mi binario, Regargojana y Flash), qué más se puede pedir. Una oferta estupenda que nos tuvo un par de semanas dando vueltas por distintas ciudades. Si un viaje a Japón ya es estupendo de por sí, imaginad un viaje con buenos amigos. Se sucedieron las risas constantemente, fue genial. Y es que además de las cosas que uno puede recordar por su importancia, tenemos aquellos recuerdos particulares, los que solo se entienden si has estado allí. La aventura del Fuji con Gao, Repipi Armario, el batido que no era batido, el esquivo museo de Osaka, nuestras habilidades con el Okonomiyaki, el ataque en el metro, los viejos cachas, Toookioooo y demás. Si es que solo por ese viaje ya merece la pena 2013.

-Vacaciones en Valencia. Reencuentro con ciertos merluzos y la oportunidad de conocer a otros nuevos. Grandes momentos, sí. Como también lo fueron los previos, en los que tuve una visita que me alegró mucho los días del exilio.

-Y dejo para el final lo más importante. El destino es caprichoso y a veces saca de tu vida a personas a las que adorabas. Y cuando te resignas y crees que nunca vas a volver a verlas, reaparecen. Para quedarse. Y acabas haciendo planes para largarte del país. Así, como quien no quiere la cosa.
Fue curioso que la química que había entre nosotros años ha (nunca manifestada, pero siempre sospechada) no solo siguiese intacta, sino que aumentase hasta vencer esa barrera defensiva que había alzado, ese "no quiero emparejarme otra vez".

Así que este año que empezó de forma muy cutre me ha acabado dejando un montón de experiencias, nuevas amistades y hasta un informático melenudo al que achuchar. Y es que no hay nada como esforzarse para convertir lo negativo en algo positivo. Podría haberme quedado encerrada en casa, sucumbiendo a mis miedos. Y no habría hecho nada de lo que he contado. Pero decidí enfrentarme a los nuevos retos y conquistar la victoria. Y un país pequeñito.

Sé que no soy la única que se ha sentido perdida. Ni soy la única que ha tenido que reconstruir su vida más de una vez. Tampoco soy la única que se ha sentido indecisa antes el futuro. Así que espero que alguien pueda sacar provecho de mis palabras y plantarle cara a las dificultades. 2013 está siendo mi año porque no he parado quieta y he aprovechado todas y cada una de las oportunidades que han surgido, por difícil que me pareciese hacerlo en ese momento. Aprendí a aceptar la situación y conseguí ser feliz conmigo misma, sin necesidad de mantener mi mente ocupada a todas horas para no pensar. Y alcanzado ese estado, lo demás vino solo. O quizás no tanto como solo, pero sí fue infinitamente más sencillo que antes.

Así que puede decir, una vez más, que he ganado. Y algunos de vosotros también vais a ganar. Al no ser tan maravillosos os va a llevar más tiempo, pero el resultado será positivo. ¿Por qué? Porque lo digo yo, básicamente.
Aún os quedan unos meses para convertir 2013 en vuestro año. Hala, todos a ello.

----

El rábano se ha fugado con las siete pesetas y no puedo hablar sobre ello. Está considerado alto secreto. Cosas de hortalizas.

viernes, 23 de agosto de 2013

Promesa

Años de lluvia y sol, de claroscuro y de un tubo aterciopelado machacando hormigas interestelares. Lo típico.
Y en mitad de toda esa espiral de arena muerta y de sal viva, de agua arremolinándose en torno a la roca eterna... la promesa. La misma, pero diferente a la vez.

Podría hablar de cangrejos. O de salamandras con branquias. Como los ajolotes, que según Regargojana son jalapeños. Pero supongo que tengo demasiado sueño para hablar de esas cosas. Así que solo puedo... ehmm... no recuerdo qué iba a poner. Ah, maldad en los blogs y en la inspiración de madera clásica.

En mitad de todo este sueño, recuerdas. Palabras susurradas, miradas que se encuentran en mitad de la noche, con las estrellas presenciándolo todo. Caminábamos, dos almas inocentes, ignorantes de todo lo que nos deparaba el futuro.
Y todo se volvió caos. Y malvavisco. Y creo que hasta teclas. De un teclado, claro.

Pero son cosas que pasan porque tienen que pasar. O porque era la alternativa más sensata. Y aunque no quise mantener una promesa, la mantuve. La de la orden del somormujo. Por lo menos.

La felicidad venía en dosis pequeñas, un sobre de azúcar de esa que no quiere disolverse en lava. Pero esa felicidad se vertió sobre a mesa y me salpicó. Sin avisar, sin advertirme de las consecuencias.

Y es por ello que los ojos se me cierran, párpados pesados. Y es así que los últimos segundos los dedico a ti. A nuestro pasado, a nuestro futuro. A la promesa que nos ha mantenido en la misma senda, sin saberlo. Ah, la vieja leyenda del folio amigable. Eso explica muchas cosas también. Pero mejor que las explique mañana.

viernes, 16 de agosto de 2013

Eh, tú, destino ¬¬

Siempre he dicho que mi vida es curiosa. Es como ir recorriendo un pasillo que no sabes a qué lugar conduce. Y de pronto, al girar un recodo, te topas con una puerta de forma completamente inesperada. Al atravesarla, estás en un lugar completamente diferente al que acabas de dejar. Pero eres consciente de que, en realidad, no has abandonado ningún lugar. Sigues en el mismo sitio, no has hecho más que dar un par de pasos. ¿Tan grande es la diferencia?

Hoy es uno de esos días en los que confirmo que mi vida sigue siendo así. Soy incapaz de predecir dónde estaré el próximo año, porque he aprendido ya que mi vida decide unilateralmente lo que me va a presentar en un futuro. Me cambia las personas que me rodean, las situaciones, las circunstancias. Y lo único que deja como una constante es mi propia persona. ¡Eso cuando mi mente no me traiciona y se va de vacaciones!

Pero lo importante es el ahora. Hago un breve repaso. Mi mente está en su sitio, bajo control. Ok, eso es lo importante. Lo demás es secundario. Pero sigamos mirando. Metas futuras... ahí están, establecidas. Sueños... perfecto, los sueños siguen en su sitio. Chico que me gusta... uh.. eeeeehhh... Pasu shimasu. Nah, está ahí. Creo. ¿Está? ¿Desde cuándo? ¿Por qué nadie me avisó de que iba a volver? ¡O de que pensaba quedarse! O de cualquier cosa.
Mantenemos las distancias, eso sí. Un exceso de precaución que no sé si ayudará a que todo acabe bien o si dinamitará lo que podría ser algo interesante. No me corresponde a mí decidir, de todos modos. ¿O sí? En realidad sí. Siempre tengo que decidir. Oh, no sería yo si no tuviese la última palabra. Y en este caso puedo decidir si esperar o seguir con mi vida. Esta vida que al final decide lo que quiere, pero a la que siempre tengo que intentar mantener bajo control.

Mientras escribo esto, sé que la decisión está tomada. Voy a seguir empeñada en alcanzar lo imposible, en perseguir lo que me gusta y no lo que más me conviene. Yo en estado puro, para qué negarlo.

Pero me siento feliz. Sí, me lanzo a lo desconocido con los brazos abiertos. Y en lugar de asustarme, me siento maravillosamente bien. ¿Por qué? A saber. No son horas de pensar en ello. En realidad, no son horas de nada. ¿Qué hago despierta? ¿Qué hago escribiendo? ¿Por qué nadie me da mil euros? Son esas preguntas que siempre quedan sin respuesta.

Ah, con lo poco que costaba ceñirme a los establecido y decidir en diciembre. Aunque sé lo que sucede. Vaya si lo sé. Lo que ocurre es que yo ya había tomado mi decisión y me acabo de dar cuenta ahora, cuando me surge la oportunidad de tomar un camino distinto al que había seleccionado inicialmente.

¿Qué se hace en estas situaciones? Consultarlo con un manatí. Y eso pienso hacer. Ja.

jueves, 15 de agosto de 2013

Más entradas de Daro

A Jan no le gusta cuando escribo entradas de estas que solo entiendo yo. Y sé que hay más gente como él. Pero no me importa. Es mi blog y escribo lo que me apetece. No escribo para que la gente pueda entenderlo, ni para entretener a nadie. Escribo porque para mí es una necesidad. Y como tal, debe ser satisfecha. Por el bien de mi estabilidad mental y por el equilibrio del universo.

Que se pueda leer públicamente es algo secundario. Que se entienda, es aún menos importante. Que sea repetitivo, monotemático, predecible... es lo que implica este tipo de escritura en la que te vacías en un momento, sin pensar. Mi alma no es tan compleja ni mis preocupaciones tan variadas como para crear una novela con giros dramáticos repletos de emoción. No, mi mente alberga siempre los mismos miedos. No exactamente los mismos, pero sí de la misma naturaleza. La mía. Cuando eres como yo, es imposible que no existan miedos. Porque son producto de una ambición ilimitada. Nadie puede aspirar a hacerse con el control del mundo sin arriesgar en el camino.

Podría añadir, además, que este es el único lugar en el que puedo explorar opciones alternativas. A la hora de la verdad, tomo una decisión, que será más o menos acertada. Y no podré volver atrás. Pero aquí puedo tomar todas las que quiera. Una vez y otra, cambiando pequeños detalles aquí y allá. Puedo disfrazarme de diversas personas, recorrer caminos que todavía no existen. La apariencia siempre es la misma, siempre está la mirada de Daro sobre sus hombros. Pero es todo tan diferente cada vez...

Esta podría ser una de esas ocasiones en las que todo parece repetirse. Pero sé que no es así. Puede ser la diferencia más grande que he podido contemplar. Más que aquella vez en la que un huracán con nombre extraño se lo llevó todo.

Quién sabe. Lo que tengo claro, es que aprendo constantemente de todo esto. Araño la superficie y me dedico a descubrir matices nuevos a cada paso. Es interesante. ¿Divertido? Supongo que es algo que no puede entenderse de ese modo. Es la diversión que acompaña al aprendizaje, tal vez. Aunque eso tampoco sería muy exacto.

Pero hay algo que es cierto. Desde hace tiempo, ella no ha vuelto a hablar con su reflejo. En una de las últimas disputas casi pierden el corazón. Pero al final todo acabó bien, con un atardecer invertido, de esos que sirven de conclusión a historias narradas en voz baja.
Y eso es bueno. Bueno para su felicidad, bueno para su misión. Y quizás hasta para el destino del joven de cabellos de fuego. Demasiado había tenido que vivir en poco tiempo. Y eso siempre conlleva riesgos que es mejor no asumir.

Posiblemente todo se debiese al entendimiento alcanzado entre todas sus siluetas. Desde la más antigua hasta aquella que acababa de ser dibujada en el humo. Y con las cenizas de todas ellas habían dibujado un nuevo porvenir que se transformaba en un interrogante de lo más tentador.

No hay queja alguna. Es algo mucho más dulce de lo esperado. Tanto para ella como para él. Quizás la bestia que dormitaba no se sentía tan satisfecha. Pero ahora mismo no era útil para sus propósitos. No necesitaba el canibalismo cuando estaba tan lejos de otro ser humano.

Podría decirse que había encontrado un cierto remanso de paz, la calma que necesitaba para preparar el último asalto. Y eso le devolví al sonrisa al rostro que había permanecido tanto tiempo oculto al mundo.

Es por ello que Daro había decidido dejar que emprendiese el viaje sin supervisión alguna. Era la ocasión que necesitaba, la posibilidad de demostrarse, a sí misma y a los demás, que todavía era capaz de surcar los aires entre las nubes de aquel volcán que, majestuosamente, se alzaba entre el pasado y el momento actual. Dibujaría un camino nuevo, que se internase directamente en la tierra húmeda, entre las raíces del conocimiento que se fundía con la arena, bajo el sol. Y llegaría así al centro de todo, al orbe que contenía la melodía con la que ella podía crear un nuevo mundo.

Así que esta vez Daro bien merece aparecer en esta entrada. Sin pronunciar palabra alguna, solamente ofreciento sus brazos para descansar. Quizás hasta pudiese permitirse un viejo mordisco. Y es que la rueda había vuelto a girar.

domingo, 4 de agosto de 2013

Picaporte unicelular (y un poco cansado)

La gente es cutre. Esto es así porque yo lo digo, claro está. Y a mí no se me aplica porque no soy gente. Puedo ser muchas cosas, pero gente no. En primer lugar, porque no soy un colectivo. Y el segundo motivo es que yo tengo libertad de decidir lo que soy o dejo de ser. Faltaría más.

El exilio sigue siendo el exilio. Lo cual es una frase muy profunda a la par que obvia. Tiene implicaciones que no se perciben a simple vista. Ni tampoco con un microscopio de 300 aumentos. Se necesita algo más poderoso. El poder del rododendro interdimensional, por lo menos.

El caso es que estoy en una etapa de mi vida en la que no me puedo quejar. Bueno, realmente claro que puedo. Por multitud de cosas, además. Pero no va conmigo, no conjunta con el estado anímico de esta temporada... ehmm... ¿otoño-invierno? Como sea. El mundo de la moda es tan conocido para mí como el mundo del automovilismo. Y este último anda a la par con mis conocimientos sobre nigromancia de moscas tuertas.

Nah, no es cierto. Todos sabemos un mínimo sobre nigromancia. O uno debería saberlo. En el colegio enseñan muchas cosas prescindibles. Y pese a ello no enseñan nada sobre estas artes ocultas y tan antiguas como el mundo plano de la castaña asada.

Total, que estamos en agosto. Quién iba a imaginarlo. Miras hacia un lado, en un acto reflejo, como aquel que ve caer astronautas. Y cuando vuelves la vista de nuevo, hala. Agosto. Con delantal y zapatillas. Y sin certificado médico. Como cada año, vamos.

Este agosto es reflexio y poco apasionante. Bueno, solo llevo cuatro días de agosto, así que igual me estoy precipitando (con borrascas, anticiclones y un señor de verde diciendo "yey"). Pero no veo por qué iba a ser diferente a julio o a junio. Aparte de por lo diferente del nombre, claro está. Las jotas ya no se llevan. Lo cual es una pena, porque hay cosas molonas que empiezan por jota. Como Jancio. Claro que también las hay horribles, como Jerez. Pero es que la jota catalana poco tiene que ver con la castellana. Así que Jancio tiene tanto que ver con junio, julio y jerez como con un cortapizzas gallito.

¿Y con qué tengo que ver yo? Yo soy M. De merluza. De maravillosa. De mutante. De multidisciplinar. También de "¿Me das mil euros?". Y de la mossegada.

También podría ser M de muerte, como en el sueño aquel en el que yo era la parca. O de mastín. Que no tiene nada que ver conmigo, pero bien podría ser una parte importante de mi vida futura. También podría ser de "menuda mierda", pero es una expresión que sonaría muy artificial si fuese articulada por mí. M de "me molas" es más probable que se relacione conmigo, pero sigue sin cuadrar. M de mamut desconocido. Eso sí, ves. Y de mimosaurio. Y de migas contenidas. Y de mil cosas más que solo un melón podría entender.

Claro que, en realidad, mi nuevo nombre es Nicolasito Tremebundo. Pero que nadie se chive. Que NT no tiene el mismo encanto. "No tardes". "Nuevas tumbas". Nah, no lo veo.

Dicho esto, me voy a la cama. A descansar un poco antes del día ajetreado que me espera. Que es lo que debería haber estado haciendo si un mosquito del averno no hubiese decidido despertarme.

En la próxima entrega, "Vida y obra de Hinojoso" completamente gratis.

martes, 30 de julio de 2013

¡Un Jancio salvaje apareció!

Hace ya seis meses que estoy soltera. Aunque mi Jancio se empeñe en que no lo estoy, yo tengo la última palabra en lo que a mi vida amorosa se refiere.
Y sí, es mi Jancio. Porque soy posesiva. Y porque, aunque no sea mi novio, es una persona muy especial y un gran amigo. Lo era antes de estar juntos, no veo motivo para que no lo sea ahora.

El caso es que todavía no ha aparecido una persona que le haga sombra (lo que subiría su ego si leyese estas palabras, pero no lo va a hacer). No me quejo, tampoco tengo excesivo interés en emparejarme. Al principio se te hace dura la soledad y quieres tener a alguien al lado, pero cuando te adaptas a la nueva situación, todo es muy llevadero. Especialmente si, como en mi caso, no pierdes a la persona que era importante para ti. ¡Anda que no paso buenos ratos charlando con él cada tarde! Y no solo con él, también con otros buenos amigos. Y con gente que no es tan amiga pero con la que me siento muy cómoda.

A veces juegas a sentir interés por la gente, de forma inconsciente. Especialmente cuando una es una persona cariñosa como yo, a la que le encanta el contacto físico y expresar lo que siente. Pero es un juego con las reglas claras, porque aquí todos sabemos que yo quiero a todo el mundo... pero a nadie tanto como a Jancio. Y eso no lo cambiarán amores platónicos, hipotéticos interesados en mi persona o amigos con los que bromear. Ni siquiera Tom Hiddleston, con lo que me gusta ese hombre. Puedo tener un amigo que esté buenorro y ser consciente de ello. Puedo tener otro que sea un encanto. También puede existir la extraña combinación de amigo buenorro encantador, cosa que derivará en mil achuchones y declaraciones amorosas que me harían salir corriendo como alguien se las tomara en serio.

Y es que la soltería es nueva para mí. No tener compromisos es nuevo. Que alguien se interese por mí, también lo es. Es un complejo mundo en el que cada día me "enamoro" de dos o tres personas diferentes. Ese mundo en el que, como siempre digo, te gusta todo el mundo porque realmente no te gusta nadie. O porque el que te gusta es tu ex.

Entonces el universo conspira contra ti y te pone en el camino a una persona que hace que todo se tambalee. Y te comportas de forma totalmente contraria a lo que uno debería esperar. En vez de declararle tu amor como a todo el mundo, le declaras tu indiferencia. Incluso cuando los hechos no acompañan a las palabras.

Es entonces cuando Jancio se burla de mí e intenta convencerme de que estoy emparejada. ¡Yo no puedo estar emparejada sin haber dado mi consentimiento para ello!
Así que hoy puedo decir que ya ha pasado medio año de soltería y no estaré mintiendo. Lo que no ha pasado es medio año de soledad, que es diferente.

¿Y cuándo terminará la soltería? Pues eso lo tengo muy claro. Cuando alguien me guste lo suficiente. Al nivel que me gustaba mi ex. No pienso conformarme con menos. No puedo conformarme con menos. No siento felicidad si no tengo a mi lado a una persona que me haga pensar que es lo más maravilloso del universo (después de mí, claro). Y ese momento está por llegar. Aún tienen que vencer al recuerdo del Jancio de los buenos tiempos. Que no es que ahora sean malos, pero ya no somos pareja. No me quejo, ¿eh? Que lo que tenemos ahora es también muy bonito. Me encanta poder seguir achuchándolo (aunque sea virtualmente), tomándole el pelo y contándonos nuestras cosas. Y tan pronto le digo que está buenorro como le estoy hablando sobre el chico que me gusta. Y es que eso sí tengo. Pareja no, pero chico que me gusta... algo hay. Pese a mi reticencia. Y es que mira que me empeño en negarlo, en buscarle mil defectos y en usar la razón para exponer mil motivos por los que me conviene estar sola. Pero nada, que hay cosas ilógicas y es mejor aceptarlas.

Y mi Jancio salvaje se divierte viéndome negar una y otra vez el que exista algo entre ese chico y yo. Y yo le pego palizas ascii y le dedico malas miradas. Pero poco importa todo esto en el fondo. Hay algo más importante que el hecho de que yo lleve seis meses soltera o no. Y ese algo es el hecho de que sigo teniendo a mi lado a este merluzo jancil y binario. Que se ha cumplido todo lo que nos propusimos siendo pareja, referente a querer seguir siendo amigos si un día dejábamos de estar juntos. Entre ambos hay un cariño excepcional que no va a desaparecer. El que siento hacia una buena persona que siempre me ha ayudado mucho, tanto como amigo como siendo mi pareja. Una persona con la que he compartido mucho y con la que queda un bonito vínculo que prácticamente nos hermana.

Así que esta es mi entrada del medio año de soltería. Una entrada que no tiene nostalgia ni dolor. Solo alegría y mucho cariño hacia un merluzo que siempre será muy importante para mí. Quién sabe. Quizás hasta algún día le doy la razón y admito estar emparejada. Pero bleh, para eso aún queda...

lunes, 29 de julio de 2013

Entrada dramática

En realidad no. Pero me aburría y me apetecía fastidiar.
Otro día pondré algo de verdad.

martes, 23 de julio de 2013

Saaai

Surcaba los cielos con una amplia sonrisa en el rostro. Cruzaba el manto de nubes, desapareciendo un instante. Y al poco, volvía a dejarse ver, unos metros más allá, donde el sol acariciaba con más calidez.

Daro la contemplaba junto al joven de los cabellos de fuego. Ambos intercambiaban miradas cómplices, mientras sus cuerpos reposaban el uno junto al otro. Al fin llegaba ese momento tan esperado, el primer vuelo no programado. El primer vuelo que únicamente obedecía al placer de jugar entre las corrientes de aire, de contemplar el mundo, tan pequeño, a sus pies.

Se sentía dichosa.

Pero era mucho más que todo eso. El significado no podía deducirse a simple vista. Pero estaba ahí, accesible si eras capaz de prestar un poco de atención. Una revelación que solo acompañaba a los que eran capaces de permanecer horas ante un mismo cuadro.

Era la melodía que había estado buscando durante años. ¿Años? No tenía forma de medir el tiempo. Pero en la subjetividad de su encierro, de su estancia con las sombras, años era la medida que más se ajustaba a lo experimentado. Incluso se quedaba corta.
En cualquier caso, poco importaba ya. Descendiese o ascendiese, con dolor o sin él, con dicha o sin ella, con ayuda o por sus propios medios... todo formaba ya parte de esa nueva página que había estado en blanco, a la espera de un momento como aquel.

lunes, 22 de julio de 2013

Confesiones ante el espejo

Recuerdos de tiempos pasados. De ilusiones jóvenes, de vidas que eran muy diferentes a lo que son ahora.
Palabras. Creadas cada noche para alimentar nuestros espíritus. Consumidas con avidez en cuanto estaban disponibles. Y que siempre dejaban con ganas de más.

Una persona que lo fue todo y que, en cierto modo, lo sigue siendo.
¿Por qué? ¿Aún queda aquella magia de los tiempos en los que aún no había conocido la oscuridad? ¿Por qué es tan especial su figura? ¿Por qué deseo tenerla a mi lado?

Puede que ya no me sea posible sumergirme entre aquellas palabras, las más hermosas que han rozado mi piel. Pero hay tantas otras cosas que puedo hacer...
Como tenderte mi mano y esperar que la tomes.

Y entonces recuerdo. Una imagen. Un fogonazo repentino de lucidez, un estallido de sensaciones que me envuelven y me transportan en un segundo a toda una vida que creía perdida. Y los veo a ambos, abrazados mientras el día se va consumiendo lentamente. Ella lo mira a los ojos, él acaricia suavemente su rostro. Y entonces ella se aprieta fuerte contra él y susurra aquellas palabras. Casi se las lleva el viento, no son audibles entre el sonido del tiempo que transcurre acelerado. Pero yo las recuerdo.

Vuelvo entonces a mi tiempo, a mi vida, a mi mundo. Y tú sigues en él. La pregunta es, ¿por cuánto tiempo? La respuesta solo la tienes tú. Solo la tengo yo.

miércoles, 17 de julio de 2013

La maldición del salmón sin casa

Llovían lechugas albinas y el pobre Hinojoso se dirigía a casa a paso lento. Ya casi estaba en su destino cuando fue asaltado por el anciano sin cabeza.

-Usted debe ser Hinojoso -dijo el anciano.

Hinojoso no respondió. No solía hablar con decapitados. Tampoco es que hubiese visto uno antes, por lo que no sabía el protocolo de actuación. Por no saber, ni siquiera sabía cómo alguien sin cabeza podía estar ante él articulando palabras.

-Sí, a todo el mundo le extraña la primera vez -comentó el anciano-. Pero no sea tímido. Anda, sea buena persona y deme su dinero.

Hinojoso retrocedió un par de pasos. No tenía dinero. Pero eso era lo de menos.

-Así que no quieres darme unas monedas, ¿eh? ¿Y tampoco un poco de tu alma?

Hinojoso se tensó al escuchar estas palabras y trató de dar media vuelta, pero tropezó con una de las lechugas que acababa de caer y acabó de bruces en el suelo. Sintió que el viejo se abalanzaba sobre él, pero en el último momento, una sombra apareció de la nada y lo abatió de un disparo.
Hinojoso se incorporó con cuidado y lo vio. Era él. El único, el inigualable.

El pseudodragón había vuelto.

martes, 16 de julio de 2013

Usted me ha robado el dinero y tres lacasitos

Los troncos no se llevan bien con las cigüeñas. Eso lo sabe todo el mundo. Y el que no lo sepa, no merece vivir entre lingotes de oro. Así que dádmelos.

El caso es que hay un tronco que está enfadado porque sus amigos han sido convertidos en tocones y él es el único que aún se eleva altivo, desafiando a la gravedad y la regularidad estética de sus compañeros. ¡En lugar de sentirse como un privilegiado!
Y ese tronco no tuvo la mala suerte de encontrarse con una cigüeña, pero sí con un barril de vino.

-Tonel, realmente -dijo el barril... que es tonel... que es... lo que quiera ser.

El tronco lo miró de arriba a abajo y no dijo palabra alguna. No le gustaba hablar con sus parientes una vez habían pasado por la cirugía estética que supone la mano del hombre. La industrialización es lo que tiene, comentaban en ocasiones los pinsapos. Pero todos sabían que esto había sido así desde tiempos mucho más antiguos. Pero ya se sabe, siempre hay que culpar a los avances tecnológicos.

El barril-tonel se alejó rodando colina abajo, quedándose el tronco a solas con sus pensamientos.

"Es posible que todo esto guarde relación con el desarrollo de la Playstation 4" O con el cambio climático, quiero añadir yo. Porque siempre tiene la culpa de todos los males del mundo.

Esto debería hacernos reflexionar sobre el destino de los boquerones y la proliferación de las petunias en lugares que no son naturales para ellas. Como las cabezas de asnos.
Pero nah, aquí nadie piensa en esas cosas. Para qué, si tenemos lo mundano. Ah, no saben que el día menos pensado, lo mundano se rebelará y querrán comerse a la humanidad con salsa barbacoa. Y yo me habré librado por estar de vacaciones en el interior de un volcán. Qué, cómo te quedas. "To frío", que le diría a Jancio. Pero como ya no me lee, diré una frase con más sentido:

"Jamás subestimes a un rinoceronte enamorado".

Ahí queda eso.

lunes, 15 de julio de 2013

Soñando que soy la muerte

El título lo dice todo. He soñado que yo era la muerte. Pero además había templos chinos, viajes a lugares imposibles y dinosaurios.

Vayamos por orden.

Yo estaba tranquilamente en una ciudad, alguien me estaba enseñando el interior de lo que iba a ser mi nueva casa. Y era maravilloso todo.
Entonces veo en la tele una noticia de un grupo de excursionistas que casi son arrollados por una moto. En el vídeo veo a mis antiguos compañeros del ciclo, a gente desconocida y a un par de eolianos (Flash y Darzia).

Me dirijo al lugar de los hechos y me encuentro con ellos, que no se han movido del sitio. Me hablan de demandar a los conductores de las motos y no sé qué historias, pero yo en ese momento no hago caso porque por el bosque me encuentro la entrada a un zoo o algo similar. Te dejaban tocar los animales y recuerdo coger un panda rojo (para envidia de Scullywen, que me debería estar leyendo). Más adelante me hacen detenerme y me llevan a una explanada donde un cartel indica que me debo quedar descansando y jugando con el panda, porque necesita tomar el sol. Y que al atardecer reanudaremos el paseo por el zoo, pero esta vez será un viaje a un lugar del mundo en el que siempre hay un atardecer eterno y que es muy bonito.

Total, que estoy allí tumbada cuando de pronto ya no está el panda y aparece un mono. Me pongo a jugar con él y a bailar. Descubro, divertida, que el mono es capaz de imitar a la perfección mis pasos de baile y me pongo a improvisar coreografías para ver qué tal se le da.
Aparecen entonces unos híbridos de mono y ser humano. Como humanos involucionados con rasgos simiescos. Estaban enfadados por algún motivo y yo retrocedo. Veo entonces a mis compañeros diciéndome que hay una línea en el suelo, que me refugie tras ella, que no me podrán atacar.
Así lo hago y de pronto cambia el escenario y estoy en una ciudad.

La ciudad está medio en ruinas y hay una serie de policías investigando que mis compañeros no tengan drogas. Una de mis amigas tiene un perro blanco, que se va a oler una pastilla (supuestamente algún tipo de droga) del suelo, mientras la dueña intenta desesperadamente que se aparte para que la policía no relacione al perro con la droga. Sin embargo, había una especie de extraña ley (porque realmente era más como si ellos no tuviesen la posibilidad de hacerlo) que impedía que se moviesen cuando un policía (que realmente llevaban trajes más parecidos a los de las SS que a los policías) descubría drogas. Sin embargo, a mí no me afectaba esa "norma", así que agarro la pastilla y la tiro a una hoguera que había dentro de una maceta. Me regaña el poli, diciéndome que no puedo asesinar las pruebas. Yo miro con cara de "qué me estás contando" y me largo de allí.

Cae la noche y yo estoy alojándome junto a los demás en un hotel a pie de playa. Hay unas ruinas cerca de la orilla y me da por explorarlas con algunos más. Descubrimos agujeros que conducen a sitios que dan mal rollo, así como una placa de la que escapan chispas. Algo va mal con la electricidad de aquel lugar y uno de los chicos se acerca a ver de qué se trata. En ese momento, cuando toca la placa, hay un enorme apagón en toda la zona.
Entre las ruinas, hay esqueletos de un mamut y algún dinosaurio. Parece que con el apagón ha pasado algo raro y vuelven a la vida. O van a volver a ella, es como si tuviese imágenes del futuro en mi mente.

Visto el panorama, decido correr para escapar de los posibles dinosaurios. Llego entonces a un templo/palacio enorme, una fortaleza china. Intento que me dejen pasar, pero me ponen muchas pegas hasta que me reconocen como alguien "de los suyos". Me cuentan que hay tropas chinas que intentan tomar el templo (los que hay dentro no son chinos) y le digo que no tiene ningún sentido.

Entonces tengo un flashback, así con la imagen granulada de peli vieja y todo. Muchos años atrás, un emperador chino visito el lugar junto con su séquito y un gran ejército. Vino a pedir algo que se le denegó, por lo que se fue de muy malas maneras. Esto no habría ido más allá si no se hubiese puesto a insultar mientras abandonaba el palacio y uno de los guardias del mismo no le hubiese puesto la zancadilla para que tropezase.
En ese momento el emperador (o lo que quiera que fuese, porque nunca me llegó a quedar claro en el sueño) lanza una maldición.

Acaba el flashback y comento a la gente lo que ha pasado. Deben hacer las paces con los enemigos y pedir perdón por aquella humillación al hombre para que acabe la maldición. Pero los enemigos (que atacan cada media hora o así, en grupos de seis o siete) no quieren dialogar.
En una de las ocasiones, se cuelan enemigos ninja no se sabe de dónde. A mí me intentan matar, pero mientras trato de mantener una distancia entre el enemigo y yo, uno de mis compañeros se carga a uno de los ninja y va a por el que me está amenazando a mí. Aprovecho la ocasión para armarme con una katana y defenderme. Uno de los enemigos acaba a mi merced, pero decido no matarlo y le digo que vaya a hablar con su líder para contarle lo de arreglar el problema del pasado. Sin embargo, en cuando me descuido intenta matarme mientras me dice que no debo tener piedad con el enemigo. La verdad es que debe ser de los pocos sueños en los que soy buena persona y no mato a la gente.
El caso es que me defiendo, pero escapa. Quien no escapa es otra chica, que al enterarse de la vieja historia que ha provocado todo este conflicto, decide unirse a nuestro bando y mediar cuando vengan los próximos de su pueblo a atacarnos.

Nos adentramos en una sala del templo y descubro que se ha "desconfigurado". Como si fuera un videojuego que se actualiza el castillo tras ciertos eventos (tipo Suikoden) pero donde algo ha salido mal. Veo un patrón en el suelo que indica dónde deben ir las columnas, que han quedado desplazadas fuera de sitio. Las coloco correctamente mientras decidio cambiarles el color y convertir la sala en un lugar repleto de columnas griegas (a las que reduzco mucho el grosor para que los enemigos no puedan ocultarse tras ellas si se vuelven a colar).

A todo esto, parece que el problema con el templo se soluciona. Todo vuelve a la normalidad, yo vuelvo a mi tiempo y no hay dinosaurios por ninguna parte. Lo que sí hay es una enorme casa que se supone que he de compartir con varios de mis amigos.
Sin embargo, en esa casa empieza a morir gente, como en una peli típica de terror. Nadie sabe quién es el asesino, pero la gente va desapareciendo.
Me pongo a ver un capítulo de Doctor Who en el salón, mientras contemplo de reojo los movimientos de mis compañeros. Y como si el capítulo me diese poderes para viajar en el tiempo, empiezo a avanzar y retroceder. Descubro quién es el asesino (que se supone que me intenta matar a mí también) y entonces retrocedo en el tiempo (aunque en realidad era más como volver a cargar partida sabiendo ya lo que pasa) y me encaro con él.

¿Y quién era el asesino? El fontanero/carpientero/algo que arreglaba cosas. Que estaba encarnado en este sueño por Darzia. Él intentaba que la gente sospechase de un chico japonés que aparecía de la nada en el sueño, pero yo sabía que era él. Y me pongo a vigilar todo objeto contundente, cortante o similar que hubiese cerca de Darzia. En una de esas veo que desde el otro lado de la puerta alguien se las apaña para hacerse con una caña cuya punta era cortante. Abro la puerta y entonces Darzia me atraviesa con la caña. Pero yo sonrío y le digo que lo he pillado. Que ya no va a poder acabar con nadie, porque yo soy la muerte y todo el que intenta acabar conmigo sufre el destino que intentaba darme a mí. Y la gente que estaba muerta empieza a resucitar al tiempo que yo le robo la vida al asesino. Y todo acaba bien (menos para Darzia XD).

En ese momento cambia el escenario del sueño. Estoy con Flash en una cafetería, tomando tortitas con chocolate. Estamos los dos solos, hemos sobrevivido a la masacre de la casa aquella y todo parece conducir a un final feliz. Le digo si es consciente de que en las pelis aquello debería terminar de una forma romántica, con ambos juntos. Porque ambos estábamos solteros y no había nadie más a la vista (ese era el razonamiento de mi sueño, sí). Sin embargo, en el último momento le recuerdo que yo soy la muerte. Que debe buscarse a otra persona y formar una familia. Que yo no puedo concebir vida porque, a fin de cuentas, soy la muerte y mataría a cualquier ser vivo que intentase desarrollarse en mi interior.

Flash se va entonces y yo me encierro en el cuarto de baño del restaurante. Me miro en el espejo y me veo a mí pero con diez años menos. Tengo el pelo revuelto y la típica cara sucia y llena de cortes del que ha escapado de la muerte tras una larga persecución. Pero yo era la muerte. Así que en ese momento decido colocarme el uniforme oficial (la túnica negra con capucha) y tomo una guadaña entre mis manos. Y abandono el lugar. Para hacer las cosas típicas que la muerte hace, supongo.

Y hasta aquí el sueño de hoy. 

El caso es que el sueño acaba aquí. Que es mucho mejor que Sharknado, todo sea dicho.

Por cierto, Skyrunner, si lees esto habrás empezado a notar que los chinos son una constante en  mis mejores sueños. Habrá que investigarlo XD.

domingo, 14 de julio de 2013

Sharknado

Hoy quiero aprovechar la excusa de esta película para hacer un repaso de cosas terroríficas de temática similar.

Pero lo primero es lo primero. La imagen es maravillosa:




Vamos, no puedes perderte algo así y lo sabes.












Pero esta maravilla cinematográfica no puede hacernos olvidar cosas similares.

Como el maravilloso trailer de Moby Dick:




O esta otra maravilla... ¡Sharktopus!

                                                                                                                         

Pero esto no es todo...

¡Tenemos el ataque del tiburón de dos cabezas!








Precioso todo, ¿verdad?

Pero no nos olvidemos de Shark Attack 3: Megalodon





Realmente hermoso. Y hasta aquí el especial pelis cutres de hoy.

O no. Que casi me dejo esto: